Capítulo 9: El Juego de las Sombras

1081 Words
Nicolás se encontraba en su oficina, el silencio de la habitación se sentía abrumador. Las últimas semanas habían sido un infierno. No solo sus empresas estaban al borde de la quiebra, sino que Aitana había desaparecido de la faz de la tierra. Desde la confrontación con Sofía Alarcón, no había logrado encontrar ningún rastro de ella. Cada vez que veía a Armando Alarcón en los noticieros, su frustración crecía. El patriarca aparecía en eventos públicos con su esposa Sofía, mostrando una imagen impecable de poder y estabilidad. Parecía que nada malo había sucedido en la vida de los Alarcón, pero Aitana… ella no estaba por ningún lado. No en las fotografías, no en las reuniones, no en las celebraciones familiares. Su ausencia era un misterio inquietante que lo consumía. Nicolás había contratado a un investigador privado para encontrarla, pero los resultados fueron decepcionantes. Nadie había visto a Aitana, ni en la ciudad ni en los alrededores. Era como si hubiera desaparecido sin dejar rastro. Con cada día que pasaba, la desesperación y el miedo crecían dentro de él. ¿Podría ser que Sofía Alarcón hubiera hecho algo para deshacerse de Aitana? ¿Había utilizado su inmenso poder para ocultarla? Cada teoría que surgía en su mente era más oscura que la anterior. A pesar de las preocupaciones sobre Aitana, el estado de sus empresas demandaba su atención constante. Las pérdidas financieras se acumulaban, y sus socios más cercanos comenzaron a distanciarse. Los rumores sobre la influencia de los Alarcón circulaban por el mundo empresarial, y aunque Nicolás no tenía pruebas concretas, sabía que estaban detrás de su caída. Sentía que cada vez que intentaba levantarse, una mano invisible lo empujaba más hacia el abismo. Mientras tanto, en el Refugio de los Alarcón Aitana, ajena a la tormenta que Nicolás enfrentaba, se encontraba en un refugio de lujo, lejos del caos de la ciudad. Estaba en otra mansión de los Alarcón, rodeada de jardines exuberantes y atendida por un equipo de personal que se encargaba de todos sus caprichos. Aquí, el tiempo parecía detenerse. Los días pasaban sin preocupaciones, y el estrés que una vez había dominado su vida se había desvanecido. Desde su nuevo hogar, su padre, Armando Alarcón, la supervisaba de cerca. Aunque mantenía una apariencia pública de tranquilidad, en privado se enfocaba en preparar a Aitana para su regreso triunfal al mundo. Ella no era simplemente una mujer herida por un matrimonio fallido; era la heredera de la familia más poderosa del país, y Armando estaba decidido a que asumiera su lugar con firmeza. —Debes estar lista para cuando llegue el momento, hija —le decía Armando durante sus conversaciones diarias—. No permitiremos que nadie, ni siquiera Nicolás Valverde, interfiera con tu destino. Aitana, aunque todavía luchaba con las emociones encontradas de su pasado con Nicolás, comenzaba a entender la magnitud de lo que su padre le estaba ofreciendo. Su vida, antes definida por la simplicidad y el deseo de amor, ahora estaba llena de posibilidades inimaginables. Con cada día que pasaba, su confianza crecía, y la visión de un futuro diferente empezaba a tomar forma en su mente. El Rumbo de la Venganza Nicolás, por su parte, se sumía en un abismo de desesperación y enojo. La impotencia de no saber dónde estaba Aitana, combinada con la ruina financiera de su imperio, lo empujaba hacia una espiral de decisiones cada vez más desesperadas. Intentaba recomponer sus negocios, pero sin éxito. Las puertas que alguna vez se abrían con facilidad ahora se cerraban con fuerza frente a él. Un día, mientras revisaba los informes de sus pérdidas en la oficina, Nicolás recibió una llamada inesperada. Era Valeria . Aunque su relación con ella se había vuelto cada vez más tensa, decidió contestar. —Nicolás —dijo Valeria, con un tono inusualmente suave—. He estado escuchando cosas… sobre los Alarcón y tu situación. No puedes seguir así. Tienes que tomar el control de nuevo. —¿Y qué sugieres que haga? —respondió con cansancio en la voz—. Ya intenté todo. Nadie se atreve a desafiar a los Alarcón. Valeria hizo una pausa, su tono se volvió más firme y decidido. —No puedes enfrentarlos directamente. Es imposible ganarles en su propio juego, no con su poder y conexiones. Pero hay otras maneras de atacar, maneras menos obvias que podrían ponerlos en jaque sin que se den cuenta de que estás detrás. Nicolás se enderezó en su silla, ahora más interesado. —¿Qué tienes en mente? Valeria sonrió para sí misma, sabiendo que había captado su atención. Había pasado los últimos días investigando y planeando, trazando un camino para revertir la situación. —Necesitamos desestabilizarlos desde adentro, Nicolás. La familia Alarcón se sostiene sobre una red de aliados, acuerdos secretos y un control férreo sobre su reputación. Si conseguimos sembrar dudas, desconfianza, y exponemos algunas de sus debilidades, podemos empezar a erosionar su poder. —Eso suena bien en teoría, pero necesitaría pruebas —replicó Nicolás—. Nadie va a mover un dedo contra ellos sin algo concreto que los haga dudar. —Exacto —contestó Valeria—. Y sé por dónde empezar. Vamos a atacar su reputación en los círculos de poder, filtrar rumores, crear tensiones internas. Armando Alarcón es implacable, pero Sofía… Sofía es la clave. Está protegiendo a Aitana a toda costa, y podemos usar eso en nuestra ventaja. Solo necesitamos la pieza adecuada para mover el tablero. Nicolás permaneció en silencio durante unos instantes, considerando las implicaciones. Sabía que enfrentarse a los Alarcón de esta manera sería arriesgado, pero también comprendía que no tenía muchas opciones. Su imperio estaba al borde del colapso, y los Alarcón eran responsables. —Está bien, ¿qué necesitas de mí? —preguntó finalmente. Valeria suspiró, aliviada de que hubiera aceptado. —Primero, necesitamos infiltrar a alguien en su círculo cercano, alguien que pueda acceder a información privilegiada sin levantar sospechas. Alguien con suficiente credibilidad como para ganarse su confianza. Déjame manejar eso. Tú solo mantente atento y listo para actuar en cuanto tengamos algo. Nicolás asintió, sintiendo una chispa de esperanza por primera vez en semanas. Aunque no era un plan perfecto, era un camino que ofrecía una posibilidad de luchar. Mientras tanto, Aitana continuaba recibiendo todo el cuidado necesario en su refugio. Sabía que eventualmente tendría que enfrentar a Nicolás de nuevo, pero esta vez sería diferente. Estaba decidida a no ser más la mujer vulnerable que él conocía.
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