Capítulo 8: El Encuentro con Sofía Alarcón

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La furia aún quemaba en el pecho de Nicolás mientras se movía entre la rabia y el deseo de venganza. La revelación del embarazo de Aitana había sido un golpe devastador para su orgullo. Pero ahora tenía un plan. Tenía la información que necesitaba y, con la ayuda de Valeria, estaba decidido a usarla en su favor. Fue Valeria quien plantó la idea en su cabeza. —Deberías reunirte con Sofía Alarcón —le había sugerido en su tono suave pero firme—. Es la matriarca de esa familia, la que realmente tiene el poder. Si le cuentas lo que has descubierto, ella podría detener a Aitana y a su amante. Sofía es implacable cuando se trata de proteger su legado. La idea había prendido en la mente de Nicolás como una chispa en un campo seco. Si Sofía Alarcón descubría la traición de su esposo, Aitana y ese viejo perderían todo. Y él… él recuperaría algo de control en su vida. Aunque la reunión con Sofía no sería fácil de conseguir, Nicolás estaba decidido. El Encuentro Fue necesario mucho esfuerzo para coordinar una reunión con Sofía Alarcón. Los Alarcón se movían en círculos exclusivos, y Nicolás tuvo que valerse de todas sus conexiones para lograrlo. Finalmente, después de varios días de contactos y llamadas, Sofía aceptó una reunión. No en un restaurante lujoso o en una de las mansiones de la familia, sino en un pequeño café discreto en un rincón de la ciudad que solo aquellos que conocían el verdadero poder frecuentaban. El lugar estaba escondido en una calle tranquila, alejado del bullicio de la ciudad. Al entrar, Nicolás sintió un aire de exclusividad en el ambiente. Todo era elegante pero discreto, un lugar donde las conversaciones importantes ocurrían sin llamar la atención. Los ventanales ofrecían una vista de un jardín privado, y las mesas, ubicadas en rincones estratégicos, garantizaban la privacidad de las reuniones. Cuando llegó, Sofía Alarcón ya estaba allí, sentada con la espalda recta y una expresión serena pero autoritaria. Sofía era una mujer en la cúspide de su madurez, con una belleza clásica y una mirada que podía penetrar el alma de cualquiera que la enfrentara. Vestida con un traje impecable, su presencia irradiaba poder. Nicolás se acercó con cuidado, manteniendo su compostura. Sabía que Sofía era una mujer que no se impresionaba fácilmente, y cualquier signo de debilidad podía arruinar todo antes de que empezara. Se sentó frente a ella, y un silencio incómodo se instaló entre ellos por un momento. —Señor Valverde —dijo finalmente Sofía con una voz que, aunque suave, no carecía de autoridad—. Espero que esto sea importante. No suelo hacer este tipo de reuniones. Nicolás tragó saliva y se sentó frente a ella. Intentó mantener la compostura, pero la tensión lo delataba. —Es sobre Aitana Ferrer y su esposo, el señor Alarcón —comenzó con cautela—. Creo que está ocurriendo algo que usted debería saber. Los ojos de Sofía no mostraron sorpresa, pero su postura se hizo un poco más rígida. No dijo nada, solo lo miró, esperando a que continuara. —He descubierto que Aitana está… embarazada —dijo, inclinándose hacia adelante, como si las palabras fueran demasiado peligrosas para decirlas en voz alta—. Y sé que su esposo está involucrado. Los he visto juntos, y… bueno, es evidente que hay algo más que una simple relación entre ellos. Por un momento, el rostro de Sofía no mostró reacción alguna. Su expresión permaneció calmada, como si lo que Nicolás acababa de decir no tuviera ningún peso. Pero entonces, en un movimiento que fue tan rápido como inesperado, Sofía se levantó de su asiento y, sin decir una palabra, le dio una fuerte bofetada a Nicolás. El sonido resonó en el tranquilo café, y Nicolás quedó atónito, con la mejilla ardiendo. —¡No vuelvas a meter tus narices donde no te corresponde! —le espetó Sofía, sus ojos brillando con una mezcla de furia y desprecio. Nicolás se quedó paralizado, sorprendido por la violencia de la reacción. Sofía se quedó de pie frente a él, respirando hondo mientras recuperaba la compostura. —No tienes idea de lo que estás hablando, Nicolás Valverde —dijo con frialdad, cada palabra cortante como un cuchillo—. Estás jugando a un juego peligroso, y no tienes las cartas para ganarlo. Nicolás se tocó la mejilla, aún sintiendo el ardor de la bofetada. Las palabras de Sofía lo dejaron desconcertado. Esa noche, Sofía regresó a la mansión Alarcón con una expresión sombría. El encuentro con Nicolás Valverde había sido irritante, pero también revelador. Sabía que tenía que actuar rápido para proteger a su familia y, sobre todo, a Aitana. Nicolás estaba jugando con fuego, y si seguía hurgando, las consecuencias podrían ser devastadoras. Mientras tanto, Nicolás regresó a su casa, incapaz de sacarse la imagen de Sofía de la cabeza. La indiferencia con la que había reaccionado lo perturbaba. ¿Acaso estaba al tanto de lo que ocurría y simplemente no le importaba? O peor aún, ¿estaba protegiendo a su esposo y a Aitana? La incertidumbre lo carcomía. En los días siguientes, la situación de Nicolás solo empeoró. Su empresa, que ya estaba pasando por dificultades, comenzó a perder contratos importantes. Los rumores en los círculos empresariales apuntaban a que los Alarcón estaban usando su influencia para arruinarlo. Aunque no tenía pruebas concretas, Nicolás estaba seguro de que todo se debía a su confrontación con Sofía. Sofía y Armando Alarcón también habían tomado una decisión respecto a Aitana. Sería enviada lejos, a un lugar seguro donde pudiera pasar el resto de su embarazo tranquila y fuera del escrutinio público. A su regreso, su lugar en la familia estaría asegurado, y nadie, ni siquiera Nicolás Valverde, podría interferir con el futuro de los Alarcón. Nicolás, sin embargo, no podía dejar de pensar en lo que había visto y oído. La intriga se enredaba cada vez más, y aunque sentía que se estaba acercando a la verdad, también sabía que estaba pisando un terreno muy peligroso.
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