Capítulo 7: El Descubrimiento

1260 Words
Valeria caminaba por los pasillos de la clínica con la elegancia y el aire de autoridad que siempre la acompañaban. La clínica era de las más exclusivas de la ciudad, un lugar al que solo las élites podían acceder. Estaba allí para hacerse unos exámenes rutinarios, pero su mente ya estaba en la fiesta de la noche siguiente, repasando los detalles de su atuendo, las personas con las que debía hablar, las alianzas que debía fortalecer. Cuando salió de la consulta, algo llamó su atención. Al otro lado del pasillo, a unos metros de distancia, reconoció a una figura familiar: Aitana. El cabello castaño de Aitana caía en suaves ondas sobre sus hombros, y aunque llevaba ropa sencilla, no podía esconder su elegancia natural. Valeria sintió una punzada de curiosidad y… desdén. ¿Qué hace aquí esa mujer? Aitana caminaba con una expresión pensativa, algo preocupada, como si su mente estuviera en otro lugar. La vio detenerse frente a la puerta de un consultorio ginecológico y, sin pensarlo demasiado, entrar. Valeria frunció el ceño, su curiosidad convirtiéndose en algo más fuerte, más inquietante. —¿Ginecología? —murmuró para sí misma. Decidida a descubrir qué estaba sucediendo, Valeria esperó pacientemente. El tiempo pasó con una lentitud exasperante, pero finalmente, Aitana salió del consultorio. Su expresión era difícil de leer, pero había un cierto brillo en sus ojos, una mezcla de miedo y esperanza, que no pasó desapercibida para Valeria . Aitana se fue rápidamente, sin darse cuenta de la mirada atenta que la seguía. Una vez que el pasillo quedó desierto, Valeria aprovechó la oportunidad. Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie la viera, y luego se deslizó hacia el consultorio donde Aitana había estado. Con la seguridad de alguien acostumbrado a moverse en espacios que no le pertenecían, se acercó al escritorio del médico y revisó los documentos que estaban sobre la mesa. —Aquí está… —susurró para sí misma al encontrar el expediente de Aitana. Lo abrió con cuidado, y lo que leyó hizo que sus ojos se abrieran con sorpresa. Aitana estaba embarazada. La confirmación en el informe era clara y detallada. Un embarazo de aproximadamente dos meses. Valeria se quedó inmóvil por un momento, procesando la información. Una oleada de satisfacción amarga la recorrió. Así que esta es la razón detrás de todo. El escándalo que intentaba ocultar… Con una sonrisa malévola, sacó su teléfono y tomó una foto del expediente. No había necesidad de llevarse nada, una imagen sería suficiente. Con eso, salió del consultorio tan discretamente como había entrado, su mente ya tramando cómo usar esta información a su favor. La Confrontación Valeria se dirigió directamente a la mansión de Nicolás. No podía esperar para compartir su descubrimiento. Durante todo el trayecto, su mente jugaba con la escena que se desarrollaría. Imaginaba la furia en el rostro de Nicolás, su indignación, su dolor. La idea de que Aitana, esa mujer que él despreciaba, estuviera embarazada de otro hombre —y peor aún, de un hombre mayor como el patriarca de los Alarcón— era demasiado jugosa como para mantenerla en secreto. Cuando llegó, el mayordomo la recibió con una leve inclinación de cabeza. —El señor Valverde está en su estudio, señora Valeria. —Gracias, Ricardo. —Valeria subió las escaleras con prisa, su corazón latiendo con fuerza mientras anticipaba el drama que estaba por desatar. Nicolás estaba sentado detrás de su gran escritorio de roble, revisando unos documentos con una expresión sombría. Su empresa seguía enfrentando problemas serios, y su mente no estaba en paz. Apenas levantó la vista cuando Valeria entró, pero el brillo en los ojos de ella lo hizo detenerse. —Valeria , ¿qué ocurre? Ella sonrió con una mezcla de triunfo y compasión fingida mientras se acercaba al escritorio y sacaba su teléfono. —He descubierto algo que necesitas saber, Nicolás. Algo sobre Aitana. Ese nombre, el que siempre lograba tensar sus músculos y acelerar su pulso, lo hizo fruncir el ceño. —¿Qué es? —preguntó con frialdad. Valeria le tendió el teléfono, mostrando la foto que había tomado del expediente médico. Nicolás se inclinó hacia adelante, sus ojos recorriendo la imagen rápidamente. Al principio, no entendió del todo, pero cuando las palabras comenzaron a encajar en su mente, se quedó helado. —¿Embarazada? —susurró, incrédulo. La rabia que había estado enterrada en lo más profundo de su ser explotó en ese momento. Se puso de pie de golpe, empujando la silla hacia atrás con tanta fuerza que golpeó la pared detrás de él. —¡Está embarazada! —rugió, su voz llena de furia. Valeria asintió, su mirada llena de una falsa preocupación. —Sí, Nicolás. Y no es difícil adivinar quién es el padre. Ese viejo Alarcón… lo viste con ella en la fiesta. Sabíamos que ella había caído bajo, pero esto… esto es imperdonable. Nicolás sintió que la habitación giraba a su alrededor. Todo encajaba ahora. Aitana no solo había corrido a los brazos de ese hombre mayor, sino que también estaba llevando a su hijo. Y la forma en que él la había llamado “Cariño” en la fiesta… claro que estaban juntos. Claro que ella había caído tan bajo. Esa era la única explicación para la rapidez con la que lo había dejado, para los regalos que habían aparecido frente a su mansión después de su separación. ¿Cómo había sido tan ciego? —No puedo creerlo… —murmuró entre dientes, su mandíbula tensa mientras miraba a Valeria con una mezcla de desesperación y enojo—. Ella me está haciendo esto a propósito. Valeria se acercó más, poniendo una mano en su brazo en un gesto que pretendía ser tranquilizador, pero que solo alimentaba más su rabia. —Nicolás, esto solo prueba lo que ya sabíamos. Ella no te merece. Ha jugado contigo, te ha usado. Pero ahora tienes la oportunidad de exponerla, de hacerle pagar por lo que te ha hecho. No podemos dejar que se salga con la suya. Nicolás asintió lentamente, pero en su interior la furia continuaba creciendo, expandiéndose como una mancha negra. ¿Cómo se había atrevido Aitana a humillarlo de esta manera? Había sido lo suficientemente piadoso al dejarla ir, al no destruirla cuando tuvo la oportunidad, y ahora ella estaba construyendo una nueva vida con otro hombre, con un hijo que no debería haber existido. Los pensamientos de venganza comenzaron a arraigarse profundamente en su mente. No podía permitir que Aitana continuara con esta farsa. Iba a destruir todo lo que había construido con los Alarcón, iba a exponerla por lo que era. Ya no habría más misericordia. Valeria lo observaba con atención, viendo cómo la determinación en los ojos de Nicolás se hacía más fuerte. Satisfecha con el impacto que había causado, dejó que el silencio se instalara entre ellos por unos momentos antes de inclinarse hacia él con una sonrisa ligera. —Hagas lo que hagas, Nicolás, estaré a tu lado. Juntos, podemos asegurarnos de que ella obtenga lo que merece. Nicolás no respondió de inmediato, sus ojos aún fijos en la pantalla del teléfono. El dolor en su pecho se transformaba lentamente en una ira controlada, una que lo impulsaría a actuar. El juego había cambiado, y ahora, él estaba listo para enfrentarse a Aitana y a cualquier secreto que escondiera. Pero lo que Nicolás no sabía era que el secreto más grande estaba aún por revelarse, y que su rabia solo lo llevaría a enfrentarse a verdades que no estaba preparado para descubrir.
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