Aitana salió de la oficina en silencio, sin avisar a su equipo ni a Samuel sobre su destino. Había algo más importante que resolver. La situación con Nicolás le había dejado un mal sabor de boca, pero no era lo único que le preocupaba. Desde que tomó el control del Grupo Alarcón, había escuchado rumores de que ciertos negocios de la empresa estaban siendo influenciados por personas del bajo mundo, figuras peligrosas que podían amenazar todo lo que había construido. El nombre de uno de esos hombres había llegado a sus oídos recientemente: Rubén "El Chacal" Paredes, un capo que se había infiltrado en varios negocios legítimos de la ciudad y que, según algunos informes, había intentado acercarse al Grupo Alarcón aprovechando la caída de Nicolás. Si no actuaba ahora, el prestigio y la reputac