Sofía observó a Nicolás con una mirada que alternaba entre la incredulidad y la furia. Su respiración era pesada, su mente trabajaba frenéticamente buscando una salida a lo que parecía un callejón sin salida. Nicolás había ido demasiado lejos. El silencio que siguió a sus últimas palabras fue insoportable. Nicolás la miraba con esa sonrisa de superioridad que tanto odiaba, como si ya hubiera ganado la partida. Sofía apretó los puños, tratando de no perder el control, pero sabía que estaba en una situación crítica. —No puedes estar hablando en serio —dijo finalmente, su voz baja pero peligrosa. Nicolás se acomodó en la cama del hospital, su expresión completamente relajada. Había esperado este momento durante días, y finalmente, estaba disfrutando de ver a Sofía fuera de balance. —Oh, c