Luna brillante

1629 Words
Me tapé la boca con la mano para no gritar mientras escuchaba los golpes y aullidos fuera del armario. La voz de Ryder se escuchaba débilmente, gritando y peleando contra alguien o algo. Me sentí aterrada, pero también decidida a ayudar a Ryder. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras esperaba a que algo cambiara. De repente, todo se quedó en silencio. Me quedé congelada, conteniendo la respiración, esperando a que algo sucediera. Pero el silencio era terrible, y sabía que tenía que hacer algo. Decidí salir del armario y ver qué estaba pasando. Abrí la puerta lentamente, y lo que vi me hizo sentir un escalofrío. Ryder estaba en el suelo, luchando por respirar, y una figura gigante y oscura estaba encima de él. La figura tenía ojos rojos brillantes y garras afiladas, y parecía estar a punto de atacar a Ryder de nuevo. Me sentí insegura pero la adrenalina y el miedo se apoderaron de mi cuerpo —No te muevas— Trato de ver todo pero me es imposible por la oscuridad que me acechaba. Miré alrededor y vi un arma en el suelo, cerca de Ryder. La tomé y apunté a la figura, tratando de mantener mi mano firme. Mi corazón latía con fuerza, y mi respiración era rápida. Pero sabía que tenía que hacer algo para salvar al idiota de Ryder. —Voy a disparar —dije en voz baja, tratando de sonar más segura de lo que me sentía. La figura se detuvo y me miró, sus ojos rojos brillando en la oscuridad. Me sentí un escalofrío, pero no bajé el arma. Estaba decidida a proteger a Ryder, costara lo que costara, —¿En donde estas?— le grité a Ryder pero no me respondió —¡Dispárale! ¡Dispárale como te enseñé!. Es lo mejor Dudé por un momento, mi mano temblando ligeramente mientras sostenía el arma. Pero luego recordé las lecciones de tiro que había recibido de Ryder, y mi confianza aumentó. Apunté con cuidado, tratando de mantener mi mano firme, y disparé. El sonido del disparo me despertó, y la figura gigante se detuvo en seco. Vi cómo la figura se desplomaba al suelo, inmóvil. Me sentí un poco mareada, pero también aliviada de que todo haya acabado. Me acerqué lentamente a Ryder, que todavía estaba luchando por respirar. Me arrodillé a su lado y le tomé la mano, —¿Estás bien? —pregunté, mi voz temblando ligeramente. –¿Te lastime?— le pregunté al ver sangre en su cuerpo Ryder asintió débilmente, todavía tratando de recuperar el aliento. Lo ayudé a sentarse, y se apoyó en mí, exhausto. Me sentí un poco confundida por lo que había sucedido, pero también orgullosa de haber podido proteger a Ryder. Miré el suelo, pero ya no había nada, miré a Ryder y sus ojos demostraron temor. —¿Qué era esa cosa? —pregunté con mi voz todavía temblando. Ryder negó varias veces. —No lo sé —dijo—. Pero gracias a ti, estoy vivo. Ryder se acercó a ella, mirando alrededor con cautela. —No es seguro hablar aquí, lo mejor es que entremos. Tus padres deben de estar cerca. Seguí a Ryder hacia el interior de mi apartamento, escuchando cómo cerraba todas las puertas y ventanas detrás de nosotros. Me sentí un poco más segura al saber que estábamos a salvo, al menos por el momento. Ryder se dirigió hacia una habitación llena de pantallas y cámaras de seguridad, donde podía ver lo que estaba sucediendo fuera del edificio. –¿Desde cuando tenemos eso?— pregunté pero el solo se limitó a verme —Tenemos que asegurarnos de que estemos seguros —dijo Ryder, mirando las pantallas con cautela. Asentí, todavía tratando de procesar lo que había sucedido. Mientras Ryder estaba ocupado revisando las cámaras, me di cuenta de que sus heridas eran más grandes de lo que pensé. —Idiota, estás herido —dije, acercándome a él con preocupación. Ryder se detuvo un momento, mirándome —No es nada —dijo—. Estoy bien. Pero sabía que no era verdad. Las heridas parecían serias, y Ryder estaba sangrando mucho. Me acerqué más a él y le toqué el brazo. —Necesitas atención médica —dije, tratando de sonar firme—. Déjame ayudarte, mi mamá me enseñó como curarte. —Eso no servirá conmigo, mejor déjame. Ryder me miró, y por un momento, pensé que iba a discutir conmigo. Pero luego su mirada se puso cristalina y me di cuenta de que estaba más herido de lo que pensaba. Me sentí un poco asustada. —No creo que pueda sobrevivir— dijo, su voz débil —Arianna, cuida de mis padres. Diles que los amo. Solo diles que no pude sobrevivir, me marcharé para que no sufran por mi cuerpo. Sentí un nudo en la garganta, y quise llorar. Pero Ryder me miró con una sonrisa débil —No llores, así es este trabajo, cuídate fea. Asentí, tratando de contener mis lágrimas. Ryder se levantó poco a poco, y antes de cerrar la puerta, me dio su brazalete de plata —Me iré— me dijo Quedé arrodillada en la sala de mi apartamento, sosteniendo el brazalete de Ryder. Lloré en silencio, sintiendo un dolor profundo en mi corazón. —Odio esta vida— El brazalete de Ryder parecía pesar toneladas en mi mano, y me recordaba a él, como me hacía molestar, y como sentía que el me superaba más. Me sentí sola ya que con el compartí momentos únicos, eramos los únicos niños en esta vida, sin saber qué hacer sin Ryder a mi lado. Las lágrimas corrían por mi rostro, y me dolía el corazón de una manera que nunca había sentido antes. Mis padres entraron en la habitación y me vieron arrodillada en el suelo, sosteniendo el brazalete de plata de Ryder. Mi expresión estaba llena de dolor, mis lágrimas quemaban mi piel, la nariz la tenia mojada de tanto llorar, solo recordar de como murió, no iba hacer fácil olvidar —Arianna, ¿qué pasó? —preguntó mi madre, con voz suave. Termine llorando en los brazos de mi madre—Ryder se fue— grité con lágrimas —Estaba herido, por culpa de esa cosa que lo estaba matando ¿Que era eso?— grité mientras mi madre me abrazaba fuerte Mi padre me miró con una expresión seria —Así es, hija —dijo—. Este trabajo conlleva riesgos y sacrificios. Pero debemos ser fuertes. Ryder y sus padres están en un lugar mejor ahora. Mi madre asintió en acuerdo. —Sí, hija. Debemos honrar su memoria, nos acaban de informar que los padres de Ryder están muertos, Me levanté lentamente, secándome las lágrimas. —Ya fallé en mi primera misión —dije, con voz temblorosa —Y era cuidarlos. Mis padres me miraron con tristeza y comprensión. —No te culpes, Arianna —dijo mi padre —Ryder sabía los riesgos que corría, al igual que sus padres. Solo debemos irnos, La misión es de nosotros. —En la mañana partimos, ya estamos seguros —intervino mi madre sosteniendo el brazalete de Ryder. Asentí, sintiendo un peso en mi corazón. Sabía que tenía que seguir adelante, pero lo que vi allí afuera me traumo. –Para el lugar que vamos a ir, debes estar tranquila. Y no dejarte intimidar, por nadie, eres una Yeins y ningún hombre te va a tocar— dijo mi madre sería, Asentí, tratando de encontrar la fuerza para seguir adelante. Sabía que tenía un largo camino por delante, y que tendría que enfrentar muchos desafíos y peligros. Pero estaba decidida a encontrar la verdad —¿Quién atacó el edificio?— pregunté, hablando bajo y luego elevando mi rostro —Una alianza, no tengo ni idea de cómo entraron, pero de algo sí estoy segura, la muerte de Ryder y la de sus padres no va a quedar así —afirmó mi madre Estaba sentada en la habitación, rodeada de papeles y documentos que mi padre tenía, escuché que hablaron de los hijos del dueño del pueblo al que vamos, al parecer ellos no son amigables y tenemos que pasar desapercibidos. Mi madre estaba cerca, doblando la ropa que había sido lavada y secada. La habitación estaba en silencio, solo interrumpido por el sonido de los papeles siendo ordenados y el suave murmullo de mi madre. Mientras trabajaba, aproveché la distracción de mi madre y me asomé por una pequeña ventana de ventilación que daba al exterior. La luna estaba brillante y blanca, iluminando el paisaje nocturno. La imagen de la luna se reflejó en mis ojos oscuros, y por un momento, me perdí en mis pensamientos. De repente, un aullido lejano rompió el silencio de la noche. Me estremecí, y mis pensamientos se volvieron hacia el ataque que había sufrido Ryder. No podía sacudir la sensación de que algo no estaba bien. —Eso no fue un ataque normal —me dije a mí misma, en voz baja—. Lo sé. Mi madre me miró, notando mi expresión pensativa. —¿Qué pasa, hija? —preguntó, con voz suave—. ¿Qué haces ahí montada? Me encogí de hombros, tratando de sacudir la sensación de inquietud. —Nada, mamá —dije—. Solo estaba pensando en... en lo que pasó. Mi madre asintió, entendiendo. —Sí, fue un golpe duro —dijo—. Pero tenemos que seguir adelante. Tenemos que ser fuertes. Asentí, tratando de encontrar la fuerza para seguir adelante. Pero la imagen de la luna brillante y el aullido lejano seguían resonando en mi mente, y no podía sacudir la sensación de que algo estaba a punto de cambiar.
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