CAPÍTULO DOCE Gwendolyn tomó un trago lardo del saco de agua, que esta vez le pasó uno de los caballeros, inclinado sobre ella, con su armadura brillando al sol. Le dio más de beber que lo que habían hecho aquello nómadas y ella bebía con ansia, tragando hasta que le caía por las mejillas. Tosiendo, Gwen se incorporó por primera vez, sintiéndose llena de energía. Abrió los ojos, mirando con dificultad al sol, levantando una mano y se dio cuenta de que estaba en una barca, una barca larga y estrecha. En ella había media docena de aquellos caballeros, que la acompañaban, y esparcidos por allí estaban todos sus hombres, todos desparramados en varias posiciones de recuperación, a todos les ofrecían sacos de agua. Se deslizaban con calma por las aguas más azules que jamás había visto y su lar