Capítulo Dos

1793 Words
Fernando Celin aún se siente insegura, piensa que dudo de sus sentimientos todavía no tiene claro que confió en ella ciegamente no hay nada en este mundo que me haga cambiar mis pensamientos y sentimientos hacia ella, espero que le guste lo que he mandado a prepara para ella, quizás sea buena idea pedirle matrimonio esta noche aunque si muero no quiero que ella se sienta atada a mi recuerdo mejor espero a salir de la operación si todo va bien entonces daré el paso. La observo a detalle mientras ella mira admirada todo a su paso, es como una niña pequeña que conoce por primera vez algo la luz de la calle se proyecta sobre ella y le dan ese toque cálido e inocente, ella me desea y me lo ha hecho saber espero no defraudarla esta noche y que por una solo vez mi enfermedad se mantenga alejada por algunas horas, luego de un largo recorrido en auto llegamos al fin al hotel pasamos a la recepción para retirar las llaves y anunciar nuestra llegada, subimos a nuestra suite y como esperaba ella se queda sin palabras, desde la entrada esta iluminada con velas y pétalos de rosas ella se gira a verme sonriendo sin poder pronunciar una palabra, podría decir que se ha quedado sin aliento. —¿Te gusta? —pregunto viendo su cara iluminada por la emoción. —Es demasiado hermoso, gracias por pedir que lo hiciera —expresa espontánea dejando ver la sinceridad en cada una de sus palabras. —¿Por qué no te das un baño y te pones cómoda antes de comer? —sugiero pero lo que quiero es que ella se distraiga mientras preparo la mesa. —¿Por qué mejor no entras tu al baño conmigo? —pregunta pero no se si habrán preparado el baño también. —Dije que haríamos lo que tú quisieras y pienso mantener mi palabra —camino hacía ella lentamente para atraparla entre mis brazos y besar su boca con tantas ganas que puedo sentir como sus labios si hinchan. La dejo sobre la cama y voy a la baño para ver que todo este perfecto y me parece que tendré que dejar una nota de agradecimiento en la recepción, hay velas aromáticas y una variedad ridícula de rosas decorando el espacio pero aún me parece que es muy poco para ella. Me devuelvo a la cama para ir por ella y entre besos traerla hasta al espumoso jacuzzi, beso sus hombros al tiempo que empiezo a desnudar con parsimonia su cuerpo quiero disfrutar de cada una de las sensaciones que experimente esta noche. Entre besos y susurros de promesas los dos quedamos desnudos yo enrollo una toalla alrededor de mi cintura antes de ayudarla a entrar en el jacuzzi para evitar que se asuste, esta es su primera vez ella no me lo ha dicho pero la forma en como sus manos se desplazan por mi cuerpo me revelan la verdad oculta en lo profundo de su piel. El juego de miradas y mis manos inquietas por descubrir su cuerpo son la antesala a una mágica entrega en cuerpo y alma. Admiro la belleza natural que me ofrece su rostros enrojecido mientras ella mira curiosa toda mi anatomía y se detiene al dureza de mi masculinidad, la piel le brilla como el sol radiante en primavera haciendo que sus cabello rojo resalte con intensidad. Me dedico a lavar su cuerpo dentro de la tina, seduciéndola con el calor del agua ella entrega su cuerpo a mis manos cuando se relaja y deja caer la cabeza hacia atrás disfrutando de mi tacto sobre su piel. Me dedico a acariciarla lenta y sutilmente mientras su espalda se paga a mi pecho, bajo mi mano a su entrepierna que se siente pegajosa por sus fluidos y con amor empiezo a frotar a la vez que mi otra mano acaricia uno de sus pezones y lo retuerce entre sus dedos, empieza a jadear y a estremecerse pero en ningún momento me pide que me detenga froto con más ahínco cuando coloca sus manos al borde de la bañera y su espalda se despega de mi pecho, grita mi nombre mi mano queda atrapada en su centro mientras su cuerpo se sacude con vigor derramando el agua. Espero que su cuerpo se calme y asimile el estallido de lujuria que acaba de experimentar, masajeo sus hombros destensando sus músculos agarrotados y los murmullos en su boca me indican que lo disfruta. —Quiero más —jadea hechizada por el momento. —Hay que ir a la cama —digo besando su cuello. Su piel es deliciosa, tersa y suave es el manjar mas exquisito que exista y es solo mío. Salgo de la bañera y la ayudo a levantarse pero termino por llevarla en brazos el espacio no es mucho entre la cama y el baño. Sus labios se prenden de los mios en el corto recorrido, siento como mi virilidad se endurece mas si es eso es posible, la dejo sobre la cama y la miro admirando cada detalle de su cuerpo: es perfecta, hermosa la mayor de las tentaciones. Las sombras de nuestros cuerpos desnudos se proyectan en la pared color crema de la habitación, mientras nos devoramos a fuerza de besos tiernos y apasionados nuestra manos acompañan el recorrido por nuestras pieles al descubrirnos, ella gime y mi cuerpo reacciona, es como si fuéramos parte de una unidad que se mueve al compás de nuestra respiración. Mis ojos la observan emanando un fuego intenso en el que ella no teme quemarse se estremece a medida que mis labios descienden hacia el centro de sus emociones dejando un reguero de besos en el camino, con sus ojos cerrados y los labios separados deja escapar palabras indescifrables de pasión que me incitan a llevarla cada vez más alto hasta la cúspide de todos sus deseos. Me separo de su fuente de vida cuando con un grito me deja saber que ha alcanzado la gloria de la perfección, subo una vez mas dibujando a mi paso el contorno de su estrecha cintura hasta alcanzar el montículo de sus senos que se contrae y endurecen con mi contacto muestra de las sensaciones que aún la recorren sin darle tregua. Miro su cara y muerde sus labios para evitar expresar lo que siente con sus gemidos y gritos, pero son mi motivación necesito oírla. —Deja que te escuche, deja que el sonido de tu pasión me embriague —pido liberando su labio con mi dedo. Bajo la luz de las velas me impregno con el calor de su excitación dejándome arrastrar por el vaivén de emociones que me controlan por completo, el subir y bajar de su pecho me hipnotiza y me hace desear fundirme de una vez por todas a ella, entregarle mi vida y mi alma. Las sentimientos se mezclan con la lujuria y con sigilo se instalan en esta cama donde ambos nos entregamos a esta promesa de amor que es tan profundo con el mar e intenso como sus olas y que deja grabado en nuestros recuerdos como un tatuaje indeleble lo que nos entregamos en este momento subliminal. Las delicadas manos de Celin exploran con temor mi cuerpo mientras yo tomo posición sobre ella sus uñas se entierran en la piel de mi hombro cuando con lentitud empiezo a entrar en ella, llenándola con mi virilidad su cara hace una mueca de dolor pero sus labios me piden que no me detenga, hago uso de toda mi cordura para no lastimarla e ir entrando con toda la suavidad de la que soy capaz, deja escapar el aire cuando la he llenado y me quedo estático besando su cuello y pecho esperando que ella se acostumbre a mi intromisión, de nuevo se muerde el labio a la vez que mueve imperceptiblemente sus caderas. La sensual insinuación me invita a moverme en su interior a un ritmo pausado que poco a poco va incrementando arrancando gritos desmesurados de su garganta. Siento enloquecer cuando sus paredes vaginales se empiezan a contraer y convulsiona a mí alrededor dejándome atenazado en las fauces de su cuerpo, una vez mas sus uñas se entierran en mi espalda causando un ardor que me impulsa a no detenerme, su piel se eriza, sus gritos se vuelven silenciosos, su espalda se despega del colchón me deleito en la expresión de su rostro hago un nuevo ultimo esfuerzo hasta que no puedo mas y al fin alcanzamos la cima juntos, nuestros gritos retumbando en las paredes de esta habitación se mezclan y entrelazan entre si sellando la promesa que nuestros cuerpos desnudos acaban de declararse entre si, no me detengo en ningún momento prolongando nuestro desborde de pasión hasta que toda mi semilla se deposita en ella y sus convulsiones se detienen, nuestros cuerpos quedan electrificados de una forma única, es la conexión que nos une. Me dejo caer a su lado y la abrazo por espalda susurrando te amos en su oído mientras juntos logramos controlar nuestra respiración, nos quedamos abrazados por un tiempo interminable en el que ninguno de los dos tenia apuros por cortar el contacto de nuestros cuerpos, complacidos de este momento de estar juntos de habernos dado tanto. —Creo que deberíamos comer algo —sugiero mientras aspiro en el hueco de su cuello el aroma dulce que desprende. —No me quiero levantar, siento que las piernas me tiemblan —confiesa avergonzada. —No dije que te levantaras, yo puedo servirte en la cama —susurro, ella se voltea y me mira con los ojos brillosos, quiero pensar que se debe a nuestro encuentro— ¿Te hice daño? —niega con la cabeza. —Me gusto y quiero repetir —me salio golosa. —Después de comer, me preocupa que te desmayes —bromeo viendo como hace un lindo puchero con sus labios. Me levanto de la cama y recojo las sabana del suelo cuando me incorporo veo la marca de su inocencia dibujada sobre la tela que cubre el colchón, ella se da cuenta también y se ruboriza al instante. —No tienes porque avergonzarte, tú inocencia es el mejor regalo que me has podido dar y el cual yo he de atesorar con celo dentro de mi corazón —decreto colocando su mano en mi pecho para que sienta el latir de mi corazón. Ella es la única mujer que quiero en mi vida y le pido a Dios que me permita una segunda oportunidad para darle a ella todo el amor del que soy capaz. —Te amo —susurro antes de besar con ternura sus suaves labios. —Y yo te amo a ti —corresponde.
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