Capituló 3
Keziah
Después de intercambiar números y que él se fuera, regrese junto a las chicas.
– ¿Dónde estabas? Bueno no importa, acabo de conocer al hombre de mis sueños, Carol y soledad ya nos esperan en la entrada.
Me senté junto Angela en medio de Carol, quién comenzó a olisquear como sabueso, de pronto undio su rostro en mi cuello.
– ¿Que haces? – chille.
– Hueles diferente, ¡Maldita lo hiciste!
– ¡Claro que no! – me defendí.
– ¡Ho dios mio! Si lo hiciste. – volvió a gritar Carol.
– Por supuesto que no, Kezi jamás perdería su virginidad con un extraño, por más que este bueno y caliente.
El taxista estaba atento a nuestras palabras y rodee los ojos.
– Sabían que la abstinencia del sexo durante años, es como volver a ser vírgenes.
Rubí – No Angela, no lo sabíamos, ahora cállate intento dormir.
Sol – De ninguna manera, no pienso cargar con tu trasero borracho.
Rubí – Si lo aras, me quieres mucho hermana.
Carol – Incluso te dará una ducha fría.
Sol – Voy ahogarla muestras duerme.
Después de dejar a Sol y Ruby en su casa, tras un montón de promesas y amenazas.
Regrese a casa donde todo estaba en silencio, la niñera dormia en el sillón con el teléfono contra su pecho, la arrope con una manta, me fui a mi habitación donde me puse mi camisón y me acosté boca abajo.
Desconocido
Estaba en el centro de la cama, durmiendo boca abajo, podía saborear el olor de su perfume, me hicieron actuar tal acosador. Mis dedos curiosos, tocaron su piel expuesta de sus piernas, ella era la que lo tentaba, no era tan estúpido para tocarla, me mataría, pero de algo estaba seguro, ellos no debían encontrarce.
Keziah
Desperté con un dolor de cabeza horrible, nunca me había hecho efecto desvelarme.
Abrí los ojos con recuerdos tan nítidos, aún podía sentir su piel contra la mía, era algo extraño, Soren no provocó eso en mi, solo los sueños con ese extraño y su voz profunda y ronca. Mi piel ardía con el sabor de los recuerdos, ese sueño tan nítido y erótico. Suspire sacudiendome el sueño de mi mente y revise mi teléfono, había unos mensajes de un número desconocido.
“Buenos días bella”
“Por dios, dime qué si es tu número”
“¿Aún sigues dormida?”
Conteste con una sonrisa mañanera.
“ Hola”
Pero no espere su respuesta, me di una ducha, me vestí con unos chorts cortos y blusa de tirantes. Mis hermanos no estaban y no era la primera vez que dormían hasta tarde.
Estaba preparándome un café, cuando tocaron la puerta, con la taza en mano fui abrir.
– Buenos días – saludé a las señoras más chismosas del pueblo.
– Te venimos a invitar a ver al nuevo vecino, es muy buen mozo.
– ¿Nuevos?
– Si se han mudado a la casa de los Perkins.
– Déjame me pongo algo más decente y voy.
– Así estás sexi – tiro de mi mano y me hicieron caminar hasta la vuelta de la esquina, Saúl estaba ayudando a descargar cajas de un camión de mudanzas, una rubia hablando por auricular, vestido morado, tacones y dando órdenes a los de la mudanza.
Mire a mis tres acompañantes, una traía ensalada, otra limonada y una un pastel.
– Yo no traje nada.
– No te preocupes.
– Hola, buenas tardes – salió un hombre alto y rubio, la mujer del vestido morado se jiro hacia nosotras con una sonrisa, la cual se esfumó al verme, ahí había un reconocimiento, recupero su sonrisa y colgó su llamada. – Bienvenidas al pueblo de Norware.
– Son muy amables – dijo en un francés fluido, me sorprendi poder entenderle y responderle.
– Ellas son nuestras vecinas la señora Robinson, Anderson y Delawer, y por supuesto soy Keziah, pero pueden decirme Kezi.
– Kezi – se sorprendió la señora Robinson – No sabía que hablas francés.
“Ni yo lo sabía”
– Tome unas claces, ya saben, en internet.
– ¿Es para nosotros? – señaló la joven rubia – Ho perdón, soy Aixa.
Al hablar en español su acento se me hizo familiar.
– ¿Vienen de París? – pregunto la señora Delawer.
– Así es, mis hermanos y yo decidimos visitar a unos amigos, en la reserva. Y compramos la casa en la primera oportunidad, no queríamos usar las cabañas. Hay miren, ahí vienen.
Un Mercedes n***o poralizado se estacionó frente a la casa, cercas del garach, cuatro hombres, bellos, altos y musculosos bajaron al mismo tiempo.
Vestidos como modelos y seguro ropa de diseñador.
– ¡No será posible! – grito Soren bajando del asiento del copiloto hablando por teléfono – No Sam, iremos en cuanto estén a salvo, ni se te ocurra – Amenazó con el mismo asentó de Aixa – Yo me aré cargos hasta que ella esté lista.
Colgó, miro asu hermana y después se detuvo brevemente al verme. Sus ojos hicieron un recorrido de mi atuendo y sonrió como si su día hubiera mejorado.
Aixa rodó los ojos con fastidio, Soren aguardo su teléfono y camino en línea recta hacia ami, mis vecinas de apartaron de su camino y con mucha morbosidad precensiaron mi beso en la mejilla.
– Hola – saludo sonriente cuando me dio mi espacio. Pero no se fue muy lejos, me rodeo los hombros con un brazo.
– Hola, que casualidad¿Te mudas aquí?
– Una muy bella casualidad.
– Señor Soren – le hablo el de las mudanza – ¿ Quiere que revisemos los planos?
– Mi hermana se ara cargo, ¿Eso es para nosotros?
Señaló los recipientes de comida y bebidas, las señoras chismosas se lo entregaron y tuve que ayudar. La casa era muy grande, pero lo suficientemente amplia para cuatro personas como ellos, Saúl se acercó titubeante con unas cajas en mano.
– Maestra, buen día.
– Saúl, es el Soren Anton’s… un amigo que conocí anoche.
– Un placer Saúl, ¿Te puedo hacer una pregunta?
– Claro señor.
– ¿Crees que si le pido a Kezi una cita, acepte?
Me congelé en el acto, la sonrisa de Saúl se extendió.
– Claro que sí señor, mi maestra necesita conocer jóvenes, sobre todo si son tan agradables como usted.
Iva a refutar, pero después del beso que me había robado, no pude, el maldito me tenía atrapada y lo sabía. Saul se jiro hacia la casa y yo me cruze de brazos enfrentándolo.
– ¿Aque a venido eso?
– ¿Que? – sonrió con inocencia.
– No te hagas el inocente, eso fue una emboscada.
No me contestó, tiro de mi brazo adentrandome asu casa, retiro de mis manos las bolsas de comida y tomo mi mano dirijiendome escalera arriba.
– ¿A dónde vamos?– no me contestó, abría alguna puerta ala azar, en cuanto me hizo entrar, me acorraló contra la puerta. Su rostro quedó a centímetros del mío, imponiéndose.
– ¿Vas a salir conmigo?
– Si claro, pero era necesario traerme aquí.
– Quería un momento a solas, ¿Me vas ayudar con la mudanza?
– No puedo, tengo que ayudar a mamá con la comida.
– ¿Me vas a invitar a comer?
– Creo que estás abusando de mi hospitalidad.
– Cariño, yo jamás abusaría de ti.
– Entonces, ¿Qué quieres?
– Te veo más tarde – contesto en su lugar, abriendo la puerta.
– Bien – salí a toda prisa, cuando iva a mitad camino de las escaleras, me llamo.
– Kezi – me jire a verlo – Trae a tus hermanos, quiero conocerlos.
–¿Cómo sabes que tengo hermanos?
– Tus vecinas me visitaron en la mañana.
– Entonces ya sabías que estába aquí.
– Ellas hablaron, yo solo ate cabos.
Sacudí la cabeza divertida, no quería saber que tanto le dijeron,
……..
– Todo el vecindario habla de tu novio, ¿Como es que no lo sabía?
Fue lo primero que dijo papá después de mi turno en el restaurante.
– Ya sabes cómo son – me defendí.
– Pues todos hablan de como te beso, ¿Tenías que ser tan exsibiocinista?
Me quedé quieta durante un momento, papá nunca me había hablado así, por eso me sorprendió su actitud.
– No me estaba exsibiendo papá. El fue el que me beso. Fue en la mejilla Y no reaccione…
– No quiero oír escusas, tu debes guardarte para tu compañero, mi hija no será una promiscua.
– Quizá ya lo encontre – susurré.
– ¿Estás segura?
– Si papá.
– ¿Huele a lobo?
– Si papá.
– Bien, ¿Cuando lo conoceré? Por tradición tiene que presentarse ante el Alfa.
– Quiere conocer a mis hermanos, está tarde.
Papá asintió con la cabeza y ese fue mi momento para irme, papá jamás aceptaría que me emparejara con nadie fuera de nuestra especie, ser licántropos nos unía a una sola persona, no había segundas oportunidades, no podías entregarte a nadie salvo a quien estás destinado.