Patrick ingresó al laboratorio de su empresa, un espacio de alta tecnología donde cada acceso estaba protegido con las más estrictas normas de seguridad. Al llegar a la puerta principal, colocó su mano sobre un escáner biométrico, que confirmó su identidad con precisión. Un segundo control de seguridad escaneó su iris antes de permitirle el paso. Las puertas se abrieron suavemente, revelando el interior del laboratorio, donde el equipo de Patrick ya lo esperaba. El lugar estaba lleno de equipos de última generación, con pantallas digitales y mesas de trabajo cubiertas de instrumentos científicos. La atmósfera era de concentración absoluta, interrumpida solo por el zumbido de las máquinas y los murmullos de los ingenieros y científicos que trabajaban incansablemente en el desarrollo de su