Bess. Miro de pie frente a la cama de Christina toda la cantidad de ropa, zapatos, sombreros y guantes que compró. ¿Se va a poner todo eso el día de su cumpleaños? ¿Cómo sería la cosa? ¿Cada cinco segundos se cambiaría de atuendo? — No entiendo para qué compraste tanta ropa — le digo, mirándola mientras ella observa quien sabe qué por la ventana —. Enserio, ¿por qué tanta?... ¡Christina! — La llamo cuando sigue sin prestarme atención. — ¿Qué? — Me mira, evidentemente, totalmente ajena a mis preguntas. — ¿Qué es lo que tanto miras? — Me acerco a su lado y observo esa cosa de la que ella parece estar hechizada. Oh, un chico. Debí imaginarlo. Es alto y lleva una mochila grande. Al parecer, está saliendo de la casa. — Es el jardinero — comenta ella en medio de una risita —. ¿Está g