Al día siguiente Louisa salió de la habitación en la que estaba con Leonardo de manera sigilosa para no levantarlo. Abrió la refrigeradora y sacó el envase con las rodajas de jamón y porción de queso, acompañado de la mantequilla, busca la funda de panes Supán y con eso se sienta en el comedor para desayunar. La puerta del departamento se abrió e ingresó Ramiro. —Creo que he llegado muy temprano, no quisiera interrumpirla. —Para nada, ¿pudo desayunar? —Muchas veces cuando ayudo al señor Leonardo no puedo terminar mi desayuno. —En este caso te prepararé emparedado también. —No tiene porqué hacerlo. —No es ciencia ni molestia —le prepara el emparedado y se lo sirve en un plato pequeño. —Gracias, es muy amable. —¿Siempre trabajó con el señor Leonardo? —Comencé siendo chófer de