Esas palabras fueron como dagas afiladas cayendo en el pecho de Thomas, ahí dentro le dolió como aquel día cuando se enteró que Fiamma estaba saliendo con su mejor amigo. Thomas era un hombre pacífico, pero cuando algo lo molestaba se encendía como el fósforo tras rasgarse en la caja. —¿Novio? —ella sonrió forzadamente. —Han pasado tres años desde que nos divorciamos… —¡No puedes salir con nadie más! Al verlo actuar de esa forma como si tuviera derecho sobre ella, Tania replicó. —¿Por qué? ¿Crees tener derecho sobre mí? —Si. Los tengo, tengo aún derecho porque... Sigues siendo mi esposa. Tania frunció el ceño, estaba segura de que Thomas lo decía porque estaba enojado. Y no entendía porque se enojaba si ya había pasado mucho tiempo. —Es broma ¿Cierto? —Ninguna broma —dijo con