Una vez que me había puesto unos vaqueros apretados rotos, un top cruzado n***o y unas zapatillas, salí del apartamento. Iba a ir a las tiendas, comprar provisiones, pedir una tarjeta SIM, agarrar un teléfono.
Caminé por las calles, sintiendo muchos ojos en mí, pero nadie dijo nada hasta que estaba ocupada viendo una vitrina.
—¿De quién es su pareja?
—Está marcada.
—Es atractiva.
Miré a los dos hombres que estaban conversando en voz baja y les lancé una mirada despectiva.
—También me quemo —respondí dulcemente, girándome hacia ellos—. Saben que es de mala educación hablar de alguien cuando están a distancia de escucha, ¿verdad?
Los dos hombres rubios intercambiaron miradas y me di cuenta de que el grande y musculoso era el que había visto con los perros anoche. Tenía barba, con ojos
