Para Love era casi raro que Roman Smirnov estuviera en su mesa, comiendo lasaña con sus hijos a su lado, su corazón se acelera y no sabe si es por el peligro que puede correr o porque esa escena le trae una imagen de su esposo… — No puede ser, esto es realmente delicioso – saboreo gustoso – Es increíble que esto sea recién hecho. Es trabajo, se lo tiene que meter en la cabeza, es trabajo… pero cada que mira a ese hombre le hace suspirar. — Tú viste cómo salía del horno – sonrió divertida – Me agrada que alguien deguste de la comida casera – dio un sorbo a su vino – Porque estos nenes aún no disfrutaran mi gran arte. — Ya lo harán – le sonrió. Love miraba como el hombre le daba a uno de los gemelos de cenar, una pequeña sonrisa se le formó. No hay nada del Roman Smirnov al que todos