Capítulo 1

2045 Words
Ser padre ya es una tarea muy difícil, pero ser padre y madre a la vez es complicado. Pero se esfuerzan por ser los mejores padres para sus hijos.  De un lado de la ciudad, en una gran casa, el Director en Jefe de la CIA, Ragnar Karlsen  trata de peinar a su hija, en los últimos meses debió aprender a peinar su gran cabello rojo. Mientras trata de hacer eso, está al pendiente de que su hijo no tire nada que está sobre la mesa y que el bebé no despierte abruptamente y comience a llorar.  Cuando mira el resultado, se alegra muchísimo que abraza a su hija, por fin le ha salido hacer un moño alto sin tardar tres horas. Ahora va a la cocina y comienza a servir el desayuno, se acerca al hiperactivo de su hijo para arreglarle su camisa y decirle que vaya a comer. Cuando ha logrado que sus dos hijos estén desayunando, el más pequeño despierta y comienza a llorar en busca de su atención, así que sube corriendo las escaleras y va a su habitación. Su hijo pequeño le tiene una sorpresa, tiene el pañal sucio. Es en esos momentos que extraña aún más a su esposa. Tratando de retener su taza de café en el estómago, comienza a cambiarle el pañal. También en esos meses, se ha hecho hábil cambiando el pañal de su hijo pequeño.  Está por terminar, toma la botella del talco y no le sale nada, entonces presiona con más fuerza de la debida y sale una bomba de polvo blanco. Su impecable traje ya quedó arruinado, al igual que su bebé cubierto de polvo blanco. Llama a su hija en busca de ayuda, quien al llegar solo se ríe de la situación y le dice que terminará de cambiarle el pañal a su hermanito. Ella también aprendió a cambiar pañales a sus 8 años.  Ragnar va a su habitación de nuevo trata de sacudirse lo más que puede, su hijo llega a su habitación y lo ayuda, los dos logran sacar el polvo blanco del pantalón que ha quedado blanquisco y no se diga su cabello.  Mira la hora en su reloj, ya es muy tarde.  Vuelve a la habitación de su bebé y ve que ha quedado listo, le dice a su hija que ayude a su hermano a preparar sus cosas que deben irse a la escuela. Toma la pañalera y con sumo cuidado toma a su hijo en brazos, no sin antes darle su chupón.  Al llegar a la camioneta familiar, acomoda a su bebé en el asiento para niños, después va a ayudar a su otro hijo con el cinturón de su asiento, su hija ya está en el lado del copiloto con el cinturón puesto. Sube al lado del copiloto y conduce a una velocidad moderada, llegando así a la escuela justo cuando están tocando la campana.  Despide a sus hijos con un beso, les da dinero para su almuerzo ya que no le ha dado tiempo esa mañana para prepararles algo. Ha estado en la oficina hasta las 3:00 de la mañana que con trabajo se levantó a las 6:00 para preparar a sus hijos a la escuela.  Vuelve a subir a la camioneta y mira a su hijo que está dormido, incluso su chupón se ha caído, una sonrisa se le forma en el rostro. Esos momentos valen oro. Trata de irse, esquivando a las madres que están sobre él coqueteándole descaradamente y está vez lo logra.  — Zorras locas – dice para sí, una vez que sale de la escuela.  Se pone en marcha para llegar al gran complejo de la CIA, estando en Nueva York el tráfico a esa hora es un caos y por desgracia no puede hacer nada. Se preocupa por ver a su hijo y ver el camino. Por suerte al cabo de media hora sale del congestionamiento de autos y llega a su central a cargo.  Estaciona su camioneta en su lugar, el lugar que todo el mundo respeta, se pone su saco y mira su pantalón que aún tiene algo de talco de esa mañana, pero le da igual. Meses atrás hubiera despedido a quien llegara así, pero por desgracia ahora es él quien arruina su propia apariencia impecable por sus hijos.  Toma la pañalera y toma a su bebé en brazos, cubriéndolo con su manta, ajusta su placa y va directo al ascensor de la central. Todo el mundo lo saluda con respeto pero él los ignora, nunca le ha importado esos anormales y ahora menos les importa.  Al llegar a su oficina, Angélica Winchester llega a su oficina en su rescate, esa oficial que él mismo se esmero por forjar para que fuera una gran agente de la CIA sin mencionar que se la tiro un par de veces.  — Buen día señor – sonrió mirándolo, mientras le ayudaba a tomar sus cosas.  Ragnar puede acomodar a su bebé en sus brazos ya que está despertando, se acerca a la pañalera y saca su biberón. Angélica lo mira enternecida, si antes ese jefe arrogante que es jodidamente sexy ya la ponía mucho, ahora verlo como padre soltero se le hace mucho más sexy.  Normalmente tiene a su bebé pocas horas en la oficina, ya que la niñera pasa por él más tarde. Pero aún así se esmera por pasar el mayor tiempo posible con su bebé.  Angélica le entrega su café como le gusta y él lo toma y la mira con una pequeña sonrisa en agradecimiento, cuando por fin se sienta en su cómoda silla, comienza a estornudar polvo blanco. Algo más podía salir peor.  Debe comenzar a acomodar su unidad, ya que a las 18:00 horas tiene que ir a su “clase” de papás primerizos, donde puede pasar un poco más de tiempo con su hijo, sin mencionar que podrá aprender cosas que le servirán a su día a día. Y así es el comienzo de sus días… Ahora, en el otro lado de la ciudad. Justo en uno de los pent-house, una morena de piel bronceada, ojos azules intensos, cabello largo, con pinta de ser una criminal, llena de tatuajes, con perforaciones por todos lados, mira con atención a sus gemelos idénticos, es Love Salvatore. Trata de mantenerlos quietos mientras los termina de peinar, pero los dos son muy inquietos. Ambos gemelos son una mini copia de su difunto esposo, rubios de ojos azules, siempre se ha dicho que ellos mantienen viva la imagen de su marido.  El niñero llegará en unas horas, le dará tiempo para preparar el desayuno y alistarse para ir a su terapia. Con una sonrisa, carga a ambos niños en sus brazos y va a la cocina, los deja en el piso ya que pueden caminar con facilidad, pero por eso mismo es que tienen varias marcas en su frente o su nariz, ya que se confían mucho y caen al piso.  Cuando tiene el desayuno listo va por ellos, los deja mirando caricaturas lo cual los entretiene mucho y así no crean caos y destrucción. Los sienta en su silla a cada uno y les da su respectivo desayuno.  Al terminar el desayuno recibe a su niñero con una gran sonrisa, el chico es alto, grande y fuerte, no es rumor el decir que le tiene ganas a su niñero, pero al ver lo buena que es con sus hijos no arruina eso. Sin mencionar que es gay. Se despide de los tres diciéndole que regresara en un par de horas.  Cuando está en terapia, deja de ser esa chica ruda que puede con todo y se desmorona. Ha pasado un año de lo sucedido y aún tiene traumas, traumas que debe curar para poder ser una buena madre. — Cada que cierro mis ojos puedo ver a mi esposo y mi hija tendidos en una mesa de metal – pasa una mano por su rostro. – Dante… Dante, un hombre un poco mayor que ella, su cabello es largo, es moreno, sus ojos marrones la miran a través de sus lentes. Ha estado con Love desde que entró a la CIA, la conoce mejor de lo que su propio esposo llegó a conocerla. Se volvió un refugio para Love, su lugar seguro. — Love – la mira. – Estoy contigo, tus hijos están a tu lado, vas a superar esto… — Siendo buena madre – susurró mirándolo. – Lo sé. Al terminar su sesión, se despide de Dante con un abrazo y se va. Siempre ha creído que su única buena salida de su vida, es ese hombre. Sube en su motocicleta y conduce hasta la central de la CIA, entrando por el lado donde no es visto por los agentes en curso ni por los fisgones. Al ser una sicaria de la CIA su identidad es un secreto. Sanem, su jefa a cargo le insiste en volver a ser un agente de la CIA, pero ella se niega. Rechaza la oferta diciendo que no está lista para volver al trabajo, al menos no ahora. Sanem sabe por lo que ha pasado y decide no presionar, solo dice que su placa lo estarán esperando cuando ella quiera regresar.  — Mi informe te llegó, esa fue mi última misión.  — Lo he recibido al igual que Karlsen. — ¿Cuándo conoceré al arrogante de nuestro jefe? – sonrió divertida. – Llevó años trabajando y nunca le he visto.  — Es codicioso – sonrió divertida. – Saludame a los gemelos.  — Lo haré, nos vemos.  Vuelve a tomar el mismo camino y se va de la central.  Al llegar a casa, despide a su niñero y se queda con sus hijos, disfrutándolos cada momento. Estar con ellos, aminora el dolor y la carga que lleva en sus hombros. Solo ellos han logrado sacarla adelante.  Cuando da la hora indicada para su clase de padres primerizos, se prepara. Ya ha ido a esas clases, pero resulta que esta clase será diferente ya que estarán con padres y madres con hijos más pequeños, no sabe que tan bueno será eso, pero se dice a sí misma que tiene que hacerlo, sus hijos deben conocer a más niños y ella debe volver a salir a conocer personas nuevas y que mejor que sean de su círculo de padres primerizos. La mayoría están en su misma posición, madres y padres solteros… Y ahí están… — Bienvenidos a todos los papás y mamás – comienza el hombre con una gran sonrisa – Vemos caras nuevas y eso es porque ahora formarán parejas con papás y mamás de niños más pequeños, así que dejaré que se conozcan. Love conoce a varios padres, pero debe hacer amistad con uno que tenga un bebé y entonces lo ve, sentado con cara de pocos amigos con un bebé pelirrojo que está muy despierto y activo. Recuerda que ella se veía así en su primera clase, ahora está más relajada. Se acerca dejando a uno de sus hijos caminar y como si le leyera la mente su hijo va directo con el niño pelirrojo y su padre.  — Natan, por favor no molestes al bebé – finge voz de regaño – Disculpa a mi hijo – sonríe al ver al hombre. Trae camisa blanca y pantalones azul oscuro, su cabello castaño con un par de canas, sus ojos avellana lo miran y por primera vez siente que conocerá a alguien realmente interesante.  — No te preocupes – le sonrió y pudo ver que tenía a uno cargando – Gemelos idénticos ¿eh? – sonrió - ¿Cómo haces para reconocerlos?  — Fácil. Uno come tierra y otro come plantas, así los reconozco – sonrió divertida - ¿Puedo sentarme? — Claro – le sonrió – Supongo que haremos pareja de curso ¿eh?   — Si ese es el plan – lo miró – Soy Love, y él – señaló a su hijo que estaba familiarizándose con el bebé pelirrojo – Es Natanael y este nene es Jensen – sonrió.  — Mucho gusto Love – le sonrió – Soy Ragnar y él es mi hijo Julian.  — Mucho gusto Ragnar – lo miró con una sonrisa.  Ese era el inicio de una buena relación, por el momento… 
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