—Danais…—escuché sus pasos entrar con cuidado a la habitación, seguro por si yo dormía.—¿Todo está bien? No te has levantado hoy más que a desayunar. ¿Te sientes bien? —Sí, es que…me siento rara. —¡¿Rara?! ¡Hay que ir al hospital!—dijo entrando en pánico. Había tomado una charla junto conmigo, recomendada por la doctora, pues debía instruir a la persona que vivía conmigo, en caso de que notara algo extraño. Este último mes, luego de saber que eran gemelos, yo estaba enorme, casi con siete meses de embarazo y la pereza me ganaba. Tenía muchos planes, pero no me animaba a hacer ninguno y los días parecían irse volando, como si huyeran de mí. Ni siquiera a ir hablar con Ámbar o comenzar a comprar cosas para los bebés, no me animé a nada. —No, no es nada malo. Es como desganada. —¿Estás