Parpadeó varias veces, soñoliento, dándose cuenta de lo que había pasado. Fue enderezándose poco a poco, sin dejar de mirarme y de pronto aquel rostro, aquella expresión angelical con la que dormía fue desapareciendo, hasta que se dibujó en él su ceño fruncido. ¡Menos mal que le saqué varias fotos! —Me he quedado dormido, lo lamento. ¿Puedo pasar a tu baño? ¿Qué tiempo estuve dormido? —Solo unos minutos desde que salí de mi habitación, no sé si te dormiste nada más yo entrar, pero llevas unos diez minutos como mucho dormido. —Me pareció eterno.—comentó con voz áspera.—¿Puedo o no puedo pasar a tu baño?—pestañeó de forma lenta y yo sonreí. —A la derecha, en mi habitación. —¿No me acompañas?—Preguntó en tono jocoso. —Mejor no, realmente quiero que salgamos a esa cita.—No quería aum