Las calles estaban bastante tranquilas por eso Cló manejaba divertida, mientras escuchaba el plan de su hermana que era simple pero efectivo.
—Asique, ¿cuánto es lo más lejos que pueden escuchar?
—Entre un kilómetro y tres. Depende del viento.
—Son todo unos chismosos — Rió.
—Algo así. Ahora — indicó la mayor.
—Sí. Me dijeron que en cuanto se te quite esa mierda de marca los podemos llamar — relató.
—¿Eran guapos?
—Se me mojó la tanga solo de verlos —respondió con espontaneidad y Aly debió usar toda su fuerza de voluntad para no estallar en una carcajada.
Juntas bajaron de la camioneta mientras seguían hablando sobre los guapos felinos, ingresando al elegante edificio sin detener su conversación detallada. Caminaron directo al ascensor, evitando prestarle atención a la rubia que cubría su nariz en un gesto bastante despectivo, para subir hasta el último piso de aquel lugar.
—Te digo que el tigre es mío primero para que probemos esa posición donde él… —dijo seriamente Cló y no terminó la frase porque las puertas del ascensor se abrieron mostrando a dos sujetos que destilaban odio. A su lado la Alfa las observaba con una enorme sonrisa en su rostro. Ella supo lo que hacían, pero los imbéciles de sus compañeros simplemente se dejaron llevar.
—Buen día, Alfa — dijo Aly y ambas hermanas inclinaron la cabeza en señal de saludo.
—Buen día a ambas — saludó divertida, abriéndose paso entre los machos —. Pasen y cuéntenme un poco mejor qué es eso de los tríos. Los lobos no se prestan mucho para eso —dijo y se giró para mirar a los dos hombres que en cualquier momento se olvidarían que ella era su Alfa —. Ustedes traigan café — ordenó antes de entrar a la oficina, cerrando las puertas a prueba de sonido a su espalda —. Un gusto conocerte, Aly — saludó a la mayor mientras las tres tomaban asiento —. Lamento el lío en el que te metió el imbécil de mi Beta.
—Mientras nos podamos vengar me doy por servida — declaró.
—Ahora — Y la Alfa se puso repentinamente seria —. ¿Estás dispuesta a enlazarte con él?
—Yo… Dios, esto es muy diferente para mí — respondió nerviosa.
—Lo sé — dijo la Alfa asentando una mano en la rodilla de la castaña para darle un poco de tranquilidad —. Por eso te pregunto. Si no estás segura de estar con él para el resto de sus vidas es mejor que no lo hagas — Aly la miró con un brillo que no supo descifrar —. Puede superarlo en este punto, pero no si llegan al próximo nivel.
La mayor se removió muy incómoda. Ella jamás había pensado en nada parecido a enlazarse, disfrutaba el sexo casual y estar sola. Esto era mucho más grande de lo que, tal vez, pudiera manejar. Pero no pudo seguir en su intranquilo camino ya que la puerta de la oficina se abrió y Luca entró con sus oscuros ojos clavados en ella. No esperó, simplemente él la envolvió en sus brazos y clavó su nariz en el delicado cuello. Aly podía escuchar lo rápido de los latidos de aquel hombre y cómo la apretaba con una suave fuerza.
—Lo sentimos. Simplemente lo sentimos mucho — Escuchó que susurraba —. Entendemos si ahora nos rechazas — agregó con la voz casi quebrada.
—No, bonito — respondió en un tono muy bajito —. No te iba a rechazar.
Luca levantó la mirada, clavando sus dilatados ojos en ella, con un fuerte nudo en la garganta que no lo dejaba responder. Aly se acercó despacio hasta unir sus labios con los de él. Su leona interior se regocijó ante el tacto y ronroneó despacito, solo para que él la escuchara.
—Aly. Lo siento — volvió a repetir con sus ojos de nuevo de su color natural.
—Ya no importa. Ahora dime cómo se hace todo esto porque solo lo conozco por libros — propuso y él simplemente la abrazó con más fuerza, estaba tan feliz que su corazón podía salir de su pecho con bastante facilidad.