Capítulo 5

2208 Words
POV Lucinda Volver al territorio de la manada era una buena sensación. El equipo de recuperación había estado fuera casi una semana, rastreando y recuperando a una fugitiva descarriada, y ni más ni menos que la hija del Alfa, esa cosa rebelde de tan solo 13 años, ya tan desafiante como una loba alfa adulta, y ni siquiera tenía su loba aún. Había sido todo un desafío, esa pequeña astuta claramente estaba acostumbrada a pasar desapercibida ante los guerreros de su padre. Había logrado escaparse dos veces, incluso estando bajo custodia. Huyó por un chico, como suelen hacer los adolescentes. Pensó que estaría a salvo en el mundo humano, disimulando su olor, pero finalmente se quedó sin esa protección y nosotros la atrapamos rápidamente. La devolvimos a su familia y su padre acordó que podría salir con ese chico para apaciguarla y mantenerla en casa. Eran casi las 5 p. m., la noche estaba cayendo. Ella ya sabía que había un baile de apareamiento mañana por la noche, afortunadamente ella estaría en la patrulla fronteriza, como siempre. Lucinda aún llevaba su equipo de recuperación, incluso su arco estaba en su espalda, el seguro de su estuche estaba roto por esa mocosa, la rompió. Thomas lo llevó a su amigo Manny, el especialista en armas de la manada, él lo arreglaría y lo dejaría en algún momento del día siguiente. Lucinda pudo ver que justo al lado de su casa, sus hermanas gemelas estaban jugando, en el parque que estaba entre su casa y la casa de la manada. Esas dos niñas sabían mejor que estar fuera sin Gabby cuando otras manadas estaban de visita. Frunció el ceño y pasó de largo su casa para ir al parque, saltó por encima de la cerca, con una mano sosteniéndola para tener apoyo. —¿Qué están haciendo ustedes dos? —les gruñó juguetonamente. Ambas se voltearon y la miraron, chillaron de alegría y corrieron hacia ella. Eran pequeñas para tener 8 años, parecían de 6 si tenían suerte. Luna Lindy decía que era porque habían nacido prematuramente. Lucinda las agarró del brazo y las volteó boca abajo, luego las giró hasta que se reían tanto que lloraban y decían que se estaban haciendo pis. Las dejó en el suelo. —Vamos, ustedes dos, saben que no deben estar aquí solas, ¿verdad? —Sí —ambas pucherearon mirando hacia arriba con sus grandes ojos azules. Parpadearon sus largas pestañas como si quisieran lograr que Gabby o James se salieran con las suyas. —Oh, eso no funciona conmigo —dijo Lucinda—. Vamos a casa. Y luego las persiguió fuera del parque y por el costado de la casa de la manada. Entraron por la puerta de los omegas y subieron las escaleras hasta el primer piso, directo a la oficina de la Luna. Ellas las siguieron mientras Ky'ra hacía pequeños gruñidos y bufidos juguetones, haciendo que ellas se rieran y gritaran en todo el camino. Lucinda las siguió hasta la oficina de la Luna Lindy y vio a Gabby y a Lindy allí.  —¿Perdieron algunas cosas? —les preguntó refiriéndose a las gemelas que ahora se estaban subiendo al regazo de Gabby para protegerse de su hermana mayor. —Estaban con la niñera —Gabby frunció el ceño hacia ellas. Ambas niñas se rieron y pestañearon hacia su mamá, ella se derritió. Lucinda no podría haber pedido una mejor madre para ellas. Gabby las amaba como si las hubiera dado a luz ella misma, esas niñas tenían el corazón de esa mujer, eso era seguro. —Estaban en el parque sin supervisión —les frunció el ceño—. No deberían hacer eso cuando hay otras manadas aquí, ¿mm? —No, Luci —respondieron tristemente, pero fingían completamente. Lucinda sonrió detrás de su máscara y negó con la cabeza, solo ellas la llamaban así, nadie más lo hacía, comenzó cuando eran pequeñas y no podían pronunciar su nombre completo, y se les quedó, a ella no le importaba en absoluto, su mamá y papá solían llamarla Luci todo el tiempo. —La próxima vez las castigaré —les dijo firmemente. Eso hizo que abrieran sus boquitas en grandes O, sonaba como si lo dijera en serio, pero en realidad no lo estaba. Asintió a la Luna.  —Debo dormir una siesta, tengo deberes de patrulla esta noche. —Gracias por devolverlas —Gabby le asintió. —No hay problema, chicas, nos vemos en el entrenamiento mañana —Y luego se fue. Lucinda se despertó media hora antes de lo necesario; su oído de loba podía escuchar a los lobos apareándose. Con tantos lobos en el territorio de la manada, era inevitable. No encontrarían a sus parejas hasta que saliera la luna llena mañana, pero eso no impedía que las bestias calientes encontraran a alguien con quien tener relaciones sexuales esta noche. Podría ser su última noche para un romance pasajero. Sabía que algunos lobos preferían esperar para encontrar a sus diosas bendecidas como compañeras, pero a otros no les importaba en absoluto, esos eran los que podía escuchar ahora. La patrulla nocturna comenzaba a medianoche y para Ky'ra solo eran 30 minutos de trote o 13 minutos de carrera a toda velocidad para llegar allí. Ella siempre patrullaba la frontera este. Era más difícil aquí, veía más acción regularmente debido a la enorme cantidad de territorio de rogues entre esta manada y la siguiente. A Ky'ra le encantaba una buena pelea, cualquier cosa que se cruzara en su camino era presa justa, incluso si estaba paseando demasiado cerca de la frontera, ella lo perseguiría. Con todo el apareamiento que está ocurriendo, es probable que haya actividad adicional de los rebeldes esta noche y mañana. Los rebeldes podrían oler la excitación de todos los lobos y sentir la necesidad de conseguir algo para ellos mismos. Es probable que las patrullas alrededor de la manada vean rebeldes esta noche. Ella y Ky’ra estaban alertas para ayudar en todas las fronteras esta noche y patrullar con otro lobo en caso de que la llamaran a una zona diferente para ayudar. Con la barriga llena de comida y habiéndose tomado un café grande, abrió la puerta principal y salió, la cerró y se transformó en Ky’ra, se dirigió hacia su frontera para protegerla como siempre, en forma de lobo lista para actuar. Pasaron varias parejas teniendo relaciones sexuales en plena vista, apoyadas contra árboles, en el suelo, inclinadas sobre una roca, sin importarles quién las viera realmente. Ky’ra resopló de disgusto hacia ellos. —No son parejas. Desde el principio quedó claro que Ky’ra no estaría interesada en ningún lobo aparte de su compañero. Ciertamente, no iba a permitir que Lucinda anduviera por ahí haciendo lo que le placiera en ese departamento, aunque Lucinda no lo haría. Solo había estado con Matthew, su compañero, y él ya no estaba. Los Compañeros de Segunda Oportunidad no aparecían con mucha frecuencia, y además ella no estaba buscando otro compañero. Se alejó de las fiestas de apareamiento en luna llena. Eso no era una garantía de que no la hubieran descubierto si alguien fuera su compañero de Segunda Oportunidad, pero ciertamente lo limitaba bastante. Ky’ra tampoco mostraba mucho interés en las fiestas de apareamiento. Demasiado ruido, demasiados machos sin aparear que la mirarían y querrían tener sexo con ella, era una loba hermosa. Lucinda también había sido propuesta muchas veces, lo que la llevaba a creer que debía ser un poco atractiva. Tenía el pelo n***o hasta la cintura, piel blanca como la leche. No importaba cuánto tiempo pasara al sol, no se bronceaba. Su cuerpo, aunque pequeño, era atlético, tenía curvas, unos pechos bastante abundantes y un trasero redondo de todos sus movimientos. Tenía grandes y hermosos ojos color miel marrón dorado que parecían atraer a los machos, probablemente debido a las largas pestañas negras y espesas que los acompañaban. Tenía un rostro en forma de corazón y labios carnosos que le habían dicho que era un desperdicio, porque no dejaba que nadie los besara, aquel tipo había sido golpeado en el estómago por intentarlo, incluso después de que ella le dijera que se alejara. Aunque su personalidad era generalmente alegre, se irritaba fácilmente y si Ky’ra estaba de mal humor, eso podría afectar a Lucinda y ponerla de mal humor también. Las emociones de su lobo podían influir en las suyas, aunque animar a Ky’ra era relativamente fácil, tan fácil como pasar tiempo con los pequeños, parecía que a su lobo le encantaban los bebés y los niños pequeños. Dispuesta a sentarse y mirarlos todo el día. Pero los bebés, Lucinda, prefería no involucrarse en ese tema. Lo único más que le gustaba era correr, cazar y entrenar. A Ky’ra no le gustaba mucho quedarse sentada sin hacer nada y una Ky’ra aburrida podía convertirse en una Ky’ra destructiva. Por lo tanto, entrenaban seis días a la semana y trabajaban seis noches en la patrulla de la frontera cuando estaban en la manada, solo tomando un día libre, ya que eso era todo lo que su lobo podía manejar sin ponerse agitado y gruñón. La noche fue movida en la patrulla de la frontera, Ky’ra consiguió tres muertes de rebeldes, en la frontera este, junto con su compañero lobo. Y corrió por toda la manada para ayudar en la frontera oeste. Justo antes del amanecer, había un grupo de 15 rebeldes preparándose para atacar. Ky’ra se lanzó al medio de la pelea para ayudar a sus compañeros lobos. Sin importarle nada, apartó a los rebeldes de sus lobos compañeros de patrulla, los derribó al suelo y les arrancó la garganta, cortó con sus garras. Destrozó con su mandíbula sin mostrar piedad alguna. No dio cuartel. Había un lobo alfa entre la batalla, lo había visto, se erguía media cabeza y hombro por encima de su lobo, era enorme. La sorprendió un poco ser honesta, ya que no era su alfa y estaba ayudando en la patrulla, algo extraño. Además, nunca habían visto un lobo tan grande antes, Ky’ra era un lobo grande, más alto que todos los lobos de la manada, excepto los lobos Alfa y los lobos Beta. Ky’ra se giró y miró directamente al gigantesco lobo n***o, cuando acabó la batalla. —No es uno de los nuestros, definitivamente es un alfa —comentó Lucinda—. Solo por su tamaño —ese lobo se puso de pie y la observó. Ky’ra le enseñó los dientes, mostrando su desagrado por su atención, luego Ky’ra simplemente se dio la vuelta y se alejó de él en forma de lobo. Esto apenas sería el comienzo, pensó ella mientras salía el sol y se dirigía a casa. Paseó por el borde del bosque, detrás de la casa de la manada, aun en forma de lobo, escuchó a varios lobos sin aparear llamarla. Simplemente, les gruñó amenazadoramente y siguió adelante sin detenerse. No le interesaban en lo más mínimo. Caminaron alrededor de la casa de la manada, pasaron por el parque infantil y llegaron a su puerta principal, donde se transformó. Lucinda se detuvo y miró a su alrededor, sentía que la observaban, sabía que estaba completamente desnuda, pero eso no era motivo de vergüenza. Todos veían a todos desnudos en algún momento, después de cambiar de forma para correr en manada, después de luchar contra ataques rebeldes, después del primer cambio, había muchas razones por las que los lobos se despojaban de su forma humana. Sus ojos se posaron en dos hombres cerca de algunos de los carros de la manada visitante, ella no los estaba mirando directamente, solo de costado, pero ellos la estaban mirando claramente. Rodó los ojos, ese gran bastardo de un Alfa y su Beta. Ky'ra probablemente había captado su atención, incluso desde aquí, al otro lado de la casa de la manada, estaban a unos ciento cincuenta metros de distancia, pero el tamaño y la belleza de Ky'ra atraían la atención de todos. Lucinda se apartó de ellos en el momento en que se dio cuenta de que el Alfa era el que le gustaba llamarla mestiza, justo ayer, cuando llegó a casa, lo había escuchado con su oído de lobo. —Oye Nick, mira allí. —La mestiza —murmuró una vez que vio hacia donde estaba, fácilmente reconocible para él, ya que todavía estaba vestida así. Ella y Ky'ra lo habían ignorado por completo. Su único pensamiento había sido las gemelas y en llevarlos dentro, lejos de los miembros no pertenecientes a la manada en ese momento, por lo que lo dejaron pasar. Si las gemelas no hubieran estado allí, probablemente le habría disparado una flecha por su comentario irrespetuoso o habría dejado que Ky'ra se encargara de él ella misma. Ky'ra estaba completamente ofendida por el término mestiza. —Ese es el lobo Alfa, luchando contra los vagabundos con nosotros —resopló Ky'ra—. Huele igual.  El viento soplaba en su dirección y ella podía percibir su olor fácilmente desde aquí. En este momento, el hombre la estaba mirando sin saber que ella era la supuesta mestiza. Qué idiota. Se duchó, desayunó y se fue a la cama. Tenían entrenamiento con los gemelos esta tarde y luego patrulla de nuevo esta noche.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD