CAPÍTULO DIECINUEVE Duncan, con Kavos, Bramthos, Seavig y Arthfael a su lado, y seguido por Motley y Cassandra, guiaba a su ejército marchando por las llanuras dirigiéndose al sur, lejos de la protección de la cueva y hacia algún lugar en el Cañón de Baris. Duncan se movía dentro de su armadura, sudoroso, oprimido por el calor del mediodía y sintiendo como si su marcha ya hiciera días que duraba. El sonido de las armaduras de todo el ejército era lo único que interrumpía el silencio de este largo y desierto tramo de Escalon. No había ninguna sombra, tan solo rocas y tierra y la esperanza de llegar a su destino. Era una marcha expuesta y peligrosa, pero Duncan sabía que no tenían opción; tenían que alejarse de la capital tanto como pudieran, alejarse del ejército pandesiano y llegar a Bar