Tres años más tarde –¡¡Mira Barbie!! ¡¡Está saliendo tu mujer en el telediario otra vez!!–Avisó Dominique, uno de los hombres de Víktor y todos levantaron la cabeza para ver la televisión menos Scott que siguió comiendo sin inmutarse. Ya estaba harto de verla salir en las noticias como la nueva salvadora de los derechos humanos. –No es mi mujer, y ya te avisé mil veces que dejes de decir eso. –Gruñó con fastidio, pero fue Víktor quien contestó. –No es tu mujer, pero bien que te has tatuado su cara bien grande en tu espalda. –Y se rieron todos terminando de sacar el mal humor a Scott. Scott había mirado apenas unos minutos aquella televisión para ver una Alice más madura, más mujer y condenadamente más hermosa. También se veía más seria, ya no tenía aquel brillo especial en los ojos.