CAPÍTULO CUATRO Rodeado por la familia real, Thanos se esforzaba por mantener una expresión agradable en su rostro mientras agarraba la copa de oro de vino y, sin embargo, no podía. Odiaba estar allí. Odiaba a aquella gente, su familia. Y odiaba asistir a reuniones reales, especialmente las que seguían a las Matanzas. Sabía cómo vivía la gente, lo pobres que eran y sentía lo insensata e injusta que toda aquella fastuosidad y arrogancia era. Daría lo que fuera por estar lejos de allí. Cuando estaba con sus primos Lucio, Aria y Vario, Thanos no hacía ni el más mínimo esfuerzo por seguir su insignificante conversación. En su lugar, observaba a los invitados imperiales deambulando por los jardines de palacio, llevando sus togas y estolas, con sus falsas sonrisas y desprendiendo una falsa ele