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Mi Pecado es Amarte

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Blurb

Giovanni Contti es un sinvergüenza, que vive en una burbuja creyendo que tiene el mundo a sus pies por ser hijo de un mafioso siciliano, pero su vida da un giro de 180 grados tras la colaboración de su padre con la Dea, o más bien convertirse en un soplón para rebajar su condena por los cargos imputados en su contra. Giovanni sigue dándose la vida de lujos ignorando el peligro que acecha su vida, pero tras un ataque de sus rivales exige entrar en el programa de protección a testigos, aunque el detective a cargo de su protección le dará una lección enviándolo a un lugar que jamás imagino y donde conocerá a la mujer de su vida, lo malo es que ella está casada con su vocación. ¿Podrá sobrevivir a la tentación? ¿Podrá vivir sin ser perseguido? Descúbrelo en Mi Pecado es Amarte.

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En caída libre
Actualidad Sur de Italia, Sicilia Cerca de las costas de Palermo Giovanni ¡Esto debe ser vida! Navegar en mi yate por las costas del mar Tirreno, escuchar música a alto volumen, beber una cerveza bien fría y lo mejor divertirme con estas diosas con las curvas perfectas. No soy un playboy que vive derrochando la fortuna de sus padres, más bien sí mi madre viviera me diría que soy un sinvergüenza, un vago sin oficio, un parásito, un vividor que saca provecho de la posición de su padre. Ya lo dije no soy un hombre de la aristocracia italiana, tampoco mi viejo es un político en el gobierno, sino Antonie Contti, mi papá es un mafioso, un sujeto que vive al margen de la ley, tiene negocios que abarcan desde el sur de Italia, Francia y Alemania, pero no significa que esté involucrado, ni sea parte del tráfico de drogas, de los burdeles y más cosas que desconozco, al contrario, mi relación con él es pésima desde el día que murió mi madre. Quizás lo culpo por su muerte, y el consuelo para ahogar mi dolor es vivir emborrachándome, divirtiéndome con cada mujer que me cruzo y no tengo intenciones de cambiar, ¿Cuál sería el propósito? Soy el hijo de un mafioso y nadie en su sano juicio me daría un trabajo honrado, ni siquiera querían estar relacionados conmigo, entonces miro las ventajas y disfruto la vida sin complicaciones. Bueno en realidad si existe una pequeña complicación con nombre de mujer, Ivette. Vive creyendo que somos novios, tanto que espanta a mis amigas, pero no puedo negar que sabe cómo complacerme, es dinamita pura en la cama. Es hermosa, tiene la piel blanca como la porcelana, unos ojos grises que te hechizan con su mirada desafiante, unos labios provocadores que te invitan a besarlos, el cabello castaño, y una silueta con curvas perfectas, entonces como soy débil caigo en sus redes. Además, tiene la maldita manía de vivir insistiéndome en hacer las paces con mi padre o más bien cree que me interesa trabajar con él. ¡No gracias! ¿Cuál es el punto? ¿Ir preso? ¿Tener una vida secreta? ¿O ser temido por unos cuantos imbéciles? Prefiero seguir viviendo mi vida de vago, aunque hoy parece que mi rutina cambiará. ¿Por qué lo repito? Por el gorila que cuida mis espaldas, tiene su rostro más tenso de lo normal y camina en mi dirección con el celular en la mano, incluso con su rudeza molesta a mis amigas, quienes están sentadas a cada costado mío en la cabina. –Giovanni, ¿Qué le sucede al sujeto? ¿No le pagas o su mujer le puso los cuernos? –pronuncia una de las chicas, sonrió por su comentario. Porque el animal es peor que un soldado ruso, no respira, no come, no folla si se lo prohíbes, se planta por días a cuidarte el trasero si es su misión. No miento, el desgraciado estuvo cerca de una semana pegado a la puerta de mi dormitorio de la universidad donde estudiaba, no podía escaparme, ni dejaba ingresar a mis amigas, entonces como no tenía sosiego me puse en estado de rebeldía y abandoné los estudios, pero no me sirvió de mucho, porque el maldito es mi sombra, va a todas partes conmigo. –Giovanni, don Antonie te llama y es urgente– habla el gorila con su voz ruda y estira su mano para entregarme el celular. –Dile al viejo que no quiero hablarle y que no me espere a cenar como cada noche– replico, llevo un vaso con whisky a mis labios para darle un sorbo. –¡Contesta, mocoso malcriado! –vocifera el gorila mientras sus ojos endiablados me fulminan y como un resorte me incorporo para enfrentarlo. –¡Respétame! No soy un niño, soy un hombre que puede convertir tu vida en una pesadilla, así que no me provoques– bramo con un tono desafiante, tensa más la mandíbula y empuja el celular contra mi pecho. –¡Responde idiota! –exige a los gritos y suelto una mueca de frustración. Tanto escándalo por una puta llamada, veamos con que estupidez me sale el viejo. –¡Hola! ¿Qué quieres papá? –hablo con mi voz frustrada, apagada y escucho unas voces peculiares de fondo, gritos, insultos, un ajetreo, pisadas aceleradas quedándome desconcertado. –Giovanni, escúchame bien, la DEA me atrapo, un imbécil vinculado con Renato Lefevre soltó la lengua y es cuestión de horas que salga a la luz que estoy preso, como tal debes tener cuidado y seguir las instrucciones de Denaro, porque mis socios intentarán presionarme para mantenerme con la boca cerrada, si es posible querrán secuestrarte o matarme– relata mi padre con su voz agitada y me sale una sonrisa burlona. Otra maldita táctica para fastidiar mi diversión, ¿Cuándo entenderá que no conseguirá mi atención? No quiero verlo, ni puedo perdonarlo por lo que sucedió con mi madre, igual voy a reiterárselo. –No pasará nada, porque solo buscas asustarme para seguir las instrucciones del gorila que me sigue como sombra. Mañana tu abogado te sacará de la comisaria si es verdad que estás preso. Me llamarás desde la casa y me dirás: te espero a cenar, no faltes. Así que dile a otro idiota ese cuento, pero a mí no. ¡Adiós! –espeto con mi voz irritada y escucho su voz desesperada. –¡Giovanni! ¡Giovanni! Escúchame, no cuelgues...–pide y cierro la llamada. En la madrugada Perdí la cuenta de las cervezas que ingerí, pero todavía no estoy tan borracho, no importa continúo moviéndome al frenesí de la estridente música con mi cerveza en la mano, mientras las chicas cantan marcando el ritmo y el imbécil de Piero, mi amigo está parado como un poste fumándose un cigarrillo en plena cubierta, iluminada con débiles luces del yate de mi padre. De repente, el sonido ensordecedor de disparos termina con la fiesta y en su lugar se presenta: el caos, los gritos de mis invitados resuenan en la cubierta, mientras la música se detiene abruptamente. Apenas reacciono corriendo en dirección a la cabina, cuando en un reflejo miro sobre mi hombro abordando a varios gorilas armados hasta los dientes, con rostros feroces y miradas asesinas. Trago saliva recordando la advertencia de mi papá: son sus rivales, quienes me buscan como anzuelo para obligarlo a mantener la boca cerrada. Mi corazón late desbocado en mi pecho mientras corro por la cubierta, tratando de encontrar un refugio seguro. Los disparos y los gritos enloquecidos de las chicas continúan resonando en el aire, llenando el espacio con su retumbante eco. Piero me sigue de cerca, con su cara de pánico y determinación. Así nos adentramos en la oscuridad de la cabina, tratando de encontrar algún lugar donde escondernos de los atacantes, cuando siento una mano en mi hombro que me paraliza. Un sudor frío recorre mi espalda, tengo el corazón encogido y en un acto de valentía de un movimiento rápido, tiro una patada atrás, un codazo para zafarme del agarre del cabrón, cuando escucho la voz de reclamo de Denaro, mi guardaespaldas. –¡Mocoso, idiota! Soy yo, Denaro, ¿Cuándo aprendiste a defenderte? –se queja adolorido y me giro para contemplarlo. –No soy tan inútil como piensas. Ahora espero que tengas un plan para escapar de estos cabrones. ¡Habla! –replico con malestar y miro su rostro comprimido, señal que saldrá con alguna idea estúpida. –Solo hay una salida para escapar de los rivales de tu padre, nadar hasta la orilla…–espeta muy sereno y abro los ojos por la sorpresa, y me quejo. –¡¿Qué?! Estás loco, estamos a una hora del muelle, no llegaré ni a medio camino nadando, no tengo tu maldita resistencia, no soy un soldado. ¡Maldito desquiciado! –murmuro con mi voz llena de rabia y Piero hace gestos con sus manos avisándonos que los cabrones se aproximan. –Giovanni deja de lloriquear– me reprende y suelto una mueca de frustración. –Vamos a nadar unos metros para poder usar el bote inflable sin ser detectados. Rodean la cabina, avanzan a la popa donde están los tanques de combustible y aguardan mi señal, mientras voy a buscar nuestro transporte. Toma el arma y úsala si es necesario– explica Denaro con su voz firme, me entrega el revolver y reviso las balas del cañón. Soy un vago por elección, no significa que sea un bruto, conozco de armas, de defensa personal, hablo varios idiomas, también estudie finanzas, y se navegar cualquier transporte sobre el agua. Unas horas después Todavía estoy recuperando el aliento, hasta la borrachera se me quitó después de nadar en el agua congelada como si estuviera participando en una competencia, porque el desquiciado de Denaro me engaño, no fueron unos pocos metros, más bien fueron millas y millas braceando para no ser detectados mientras el frío recorría hasta mis huesos, ya que los malditos cabrones que nos seguían les dio la puta gana de patrullar el área en sus botes. Hasta me sumergí en el mar aguantando la respiración para que no nos atrapen y si no morí de hipotermia fue un milagro, incluso llegar vivo a la orilla fue una hazaña. Y ahora lo que quiero es dormir en paz en un lugar caliente, cómodo de acuerdo a mi posición, pero me toca descubrir donde quedará el refugio de mi padre, como tal dejo escapar la voz de mis labios para romper el silencio en el ambiente. –Denaro hice lo que me pediste sin reclamar– pronuncio y me clava su mirada asesina. –Bueno un poquito, pero que esperabas, no soy un atleta, casi me congelo, incluso todavía tiemblo del frío– me defiendo. –Lo sé, eres un vago y fue un milagro sacarte con vida del yate, así que da gracias y deja de ser un maldito malagradecido– responde con su voz áspera y tuerzo la boca por sus reclamos. –¡Gracias! ¿Satisfecho? –digo con un tono de sarcasmo y continúo hablando. –Ahora llévame al refugio del viejo, debe ser una casa con todas las comodidades como estoy acostumbrado– comento con mi pose formal y asoma una sonrisa burlona en su rostro que me inquieta. –¿Tienes otras instrucciones para cuidarme? –averiguo, trago saliva y asienta con la cabeza, con una sonrisa llena de malicia en su rostro. ¡Mierda! ¿Qué rayos tendrá en mente este animal? ¿Será su venganza por ser un imbécil con él? –Giovanni sí quieres salvar tu pellejo debo seguir las instrucciones de tu padre. Haré una llamada a unos sujetos, ellos se encargarán de cuidarte el trasero o puedo seguirlo haciendo yo bajo tu responsabilidad, ¿Qué prefieres? –declara Denaro, cuestiona con su voz ruda y me deja sumido en mis pensamientos.

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