Ezra parece sorprendido por un segundo antes de acercarse, agarrando mi muslo enganchado alrededor de su cintura y levantándolo más alto. —Cuidado, pequeña, mi autocontrol no es tan bueno —gime al lado de mi oreja, haciéndome estremecer. Se frota contra mí, y jadeo cuando su erección se presiona contra mí. Se ríe de mi reacción al principio, luego gime como un hombre hambriento que necesita cenar. Me besa los labios, luego mi mandíbula y me muerde el cuello. Me pierdo en las sensaciones y gimo contra él. Me arqueo contra la cama, dándole acceso a más de mi cuello. Cada beso y cada tacto queman en mi mente. Nunca quiero que se detenga, no sé qué me pasa y en este punto no me importa. Su lengua se extiende y lame un patrón giratorio contra mi cuello antes de succionarlo. Sus dientes me r