Su boca se abre y se cierra como un pez. No puede decir ninguna palabra, solo puede mirar fijamente. —Sí, Kat, eres adulta, bueno, en unos días. Confío en que tomes tus propias decisiones y estás segura con tu… el Alfa —dice mi padre, mirando a Ezra. —Pero… —Mi madre intenta discutir con él, encontrando su voz de nuevo. Mi padre la interrumpe. —Ella está en el lugar más seguro, amor. Vamos a casa, estoy exhausto —sugiere mi padre. Ella me mira antes de asentir. —Si nos necesitas, sin importar lo tarde que sea, Kat, nos contactas mentalmente y estaré aquí —me asegura. —Estaré bien —le digo, y ella se va a regañadientes, pero no antes de mirar a Ezra con sospecha, como si pensara que en cualquier momento me va a ejecutar. Escucho a Mateo dejarlos salir abajo, antes de que la puerta se