Me sorprendí realmente cuando empecé a trabajar en la cafetería, no era lo que esperaba.
Diversa cantidad de personas entraban a comprar y llevar, otras a charlar en las mesas, y uno que otro llegaba con sus laptops y carpetas a trabajar desde un cómodo lugar.
Mi uniforme consistía en un ajustado pantalón n***o y una camisa blanca tan apretada que mis chicas no dejaban cerrar los botones, viéndose más grande de lo que eran realmente. Me gusta ser el centro de atención y aún así verme sencilla. Solo un poco de maquillaje adornaba mi rostro y mi melena salvaje estaba suelta. Todos volteaban a verme y yo solo sonreía, me encantaba mi trabajo.
Daddy últimamente esta muy ocupado, casi no para en casa debido a tantos viajes y me tiene un tanto descuidada. He visto a su esposa salir mucho, cada vez más animada, y mi sexto sentido dice que tiene un amorío, y eso me parece genial, también necesita lo suyo.
-Buenas, señorita.
-Hola, dígame, ¿que va a ordenar?
Un alto hombre de camisa de vestir alzada en los antebrazos y lentes estaba sentado en una de mis mesas con su computador encima. Las demás camareras me tenían un poco de molestia, no les agradaba y realmente ellas a mi tampoco. Simple y pura envidia la suya.
-Quiero un capuccino doble y una tarta de chocolate.
Su pedido me hizo sonreír. Se veía muy serio como para desayunar algo tan dulce, su curiosidad lo delató mientras anotaba en mi pequeña libreta.
-¿Por qué te ríes?
-Por nada señor.
-Me encantaría ver más de esa sonrisa.- Dijo en voz un tanto baja pero que logre escuchar perfectamente y le piqué un ojo coquetamente.
-Tal vez lo hagas, ya vuelvo con su pedido, señor- acentúe la ultima palabra y me fui contoneandome como solo yo sé hacer.
Su nombre era Josh Rymond. Era un arquitecto reconocido en la ciudad. Tiene unos 34 años y sus ojos verdes eran el bosque mismo. Ya ha visitado el lugar 5 veces y siempre se sienta en mi espacio esperando que lo atienda con una sonrisa.
Daddy lo notó una vez que se encontraba ahí y de inmediato se fue a su oficina donde me mandó a llamar con la secretaria, ahí me regañó por coquetear
-Eres mía, Sweetie, mi Sweet Candy. No quiero verte con más nadie que no sea yo, quiero pensar en que tienes ojos solo para mi, no lo ves?
-Si daddy.
-Ahora ven, dame lo mío- dijo besando mis pechos como le gusta, agarrando uno con brusquedad mientras apretaba el otro con su boca.
Me agaché frente a el y lo empujé un poco de su asiento. Abrí su pantalón y sin pensarlo me metí su m*****o completo en mi boca, me encantaba. El sabor, el olor, la textura, todo. Quería más.
Ese día mi regalo fueron 500 dolares.
Me cité con Josh en el cine de la ciudad. Veríamos Its 2, estaba muy emocionada.
Me vestí sexy, ya sabía lo que se venía, nuestra primera vez solos y malditamente que no la desaprovecharía. Opté por una falda corta de jean, una blusa hombrera de color n***o sin sostenes y unas cómodas sandalias de plataforma color plata. Me veía linda y sexy y Josh me lo confirmó comiéndome con los ojos. Estaba vestido informal, con una camiseta negra que se ajustaba a su pecho, unos jeans oscuros y unas botas negras. Se veía tan caliente.
-Estoy feliz de que hayas aceptado mi cita- me dijo sonriendo mientras besaba su mejilla.
-Y yo feliz de que me hayas invitado.- sonreí coqueta, sentí mis mejillas enrojecer y entre mis piernas algo caliente empezó a nacer.
Nos dirigíamos al lugar donde venden dulces y cosas deliciosas, mi boca se hacía agua de imaginar a Josh cubierto de chocolate derretido.
- ¿Entonces? - me sacó de mi ensoñamiento, me estaba hablando y yo distraída con mis fantasías sexuales.
-Disculpa, no escuche, ¿qué me decías?
-¿Palomitas saladas o dulces?
-Las que quieras, igual eres tú el que comerá- dije en un tono bajo poniéndome ansiosa, lo vi removerse con incomodidad, supongo que me escuchó. Una sonrisa pervertida se formó en mi rostro.
La sala del cine estaba un poco vacía para ser las 8pm. Nos sentamos en los asientos más altos mientras que los bajos eran ocupados por varios grupos de chicos. Me ayudó a subir los escalones a oscuras mientras yo me contoneaba más de lo usual. Saber que mi cuerpo lo afecta me excita mucho.
Compró gaseosas, palomitas dulces y muchos chocolates. Me encantaba su gusto por el Dulce*. Nos acomodamos en las butacas esperando que comenzara algo en la pantalla. Yo solo podía pensar en que estaba oscuro, junto a un hombre muy caliente y que estaba cachonda.
-Josh...- ronronee, llamando su atención, el miraba el teléfono y al escucharme hablarle lo guardo de inmediato.
-¿Dime?
-Acércate tonto, no como- le dije bromeando con coquetería. El se acerco un poco más y se colocó delante de mi. Sus ojos verdes brillaban un poco y sus lentes reflejaban la luz de la pantalla - ¿Sabes algo, Josh? A veces me gusta hacer travesuras... ¿ a ti no?
El tragó grueso pero me siguió el juego.
-Claro que sí, ¿qué tienes en mente?
Esperé a que terminara la frase y lo tomé por el cuello clavando un poco las uñas en su nuca, se dejo llevar hasta mis labios y lo besé con un deseo salvaje. Estaba muy necesitada y el tenía lo que yo quería.
Duramos un largo rato besándonos rudo, mis labios estarían hinchados a este punto, pero no me importaba, me encantaba el picor de su barba insipiente en mi rostro, me excitaba a tal punto que mis bragas debían estar totalmente húmedas.
-Verónica... - susurró el con placer en mi oído. Eso fue suficiente para mi. La película empezó y la sala se oscureció más. No lo pensé dos veces para empezar a besar su pecho por encima de su camisa, lo quería sentir muy muy profundo.
El se sorprendió un poco al principio pero rápidamente se dejó llevar. Abrí su pantalón como toda una experta y él sujetaba mi cabello con una mano cuando, golosamente, introduje todo su m*****o en mi boca. No era como el de Daddy, y ahí comprendí que en la diversidad esta el verdadero placer de esto.
Acabó al cabo de un rato, con una fuerte explosión en mi boca que me tragué gustosa, lo miré desde abajo y solo podía ver el brillo del placer en su rostro. Los gritos de la película tenían a los demás muy ocupados como para prestarnos atención.
-Eso fue increíble, nena...- su respiración estaba agitada.
-Y solo es el principio - sonreí con la respiración rápida y sin moverme de mi silla saqué mi ropa interior, el me miraba con ojos de depredador y yo solo quería que me comiera entera.
De un brinco me ubique sobre él en el asiento, su m*****o aún estaba fuera de sus pantalones y sentía la caliente erección en mi entrada, poniéndome más ansiosa aún. El me besaba con desespero, sacó un pecho de mi blusa y empezó a acariciarlo y morderlo y solo pude apretar mis dientes para no gritar de placer. El hecho de estar en un sitio lleno de gente me tenía empapada, junto a todos los demás hechos.
-Espera- me dijo el, frenando mi restriegue junto a su m*****o. Casi lloriqueo, cuando supe qué era lo que pensaba hacer una sonrisa sexy se formó en mi rostro.
Empezó introduciendo un dedo hacía mi punto, empecé a ver estrellas del placer y rápidamente me tapó la boca con la otra mano, antes de que mis gritos hicieran que nos sacaran del cine y nos prohibiesen regresar.
Después introdujo el segundo largo y delicioso dedo, uno dentro, otro fuera, uno dentro, otro fuera, y yo solo podía sentir el fuego desprender desde dentro de mi, estaba próxima a acabar y con mordiscos en su oreja se lo hice saber.
-Aguanta un poco más, muñeca- me dijo con una voz ronca muy deliciosa.
De golpe, un tercer dedo fue introducido y, con un movimiento veloz y rítmico, acabé en su mano, sintiendo como toqué el cielo y bajé.
No me dejó salir de mi nube y rápidamente sus dedos fueron reemplazados por su pene. Ahí el ritmo lo apliqué yo.
El sudor nos empapaba, todo en silencio para que no fuesen a notar nada, y eso solo le agregaba más emoción al acto. Solo me dije que no sería la primera vez que lo haría en lugares públicos, me fascinó.
Aumentamos el ritmo próximos a terminar, nuestro clímax estaba tan cercano que su mano se apretó con fuerza en mis nalgas y eso solo me hizo excitar más, en un colapso, acabamos juntos. Gracias al cielo y a Daddy que estaba tomando la píldora, sino, me preocuparía porque acabara dentro de mi. Con Mommy no tuve esos problemas nunca.
El siguió besándome, ahora un poco más delicado, haciéndome saber lo mucho que le gusto.
Salimos del cine de inmediato, aún faltaba unos diez minutos de la película pero que más daba. Salimos comiéndonos nuestros dulces y gaseosas que estaban intactos. El sexo da hambre.
-¿Quieres ir a comer algo?- me preguntó en las afueras del cine.
-No, gracias, me esperan en casa.
-Esta bien.
Me daba un poco de vergüenza que me llevase hasta la casa pero tampoco soy tan estúpida como para preferir ir caminando, sola, a las 10 pm con una corta minifalda.
Me dejó a dos calles de la casa de Daddy, no quiso pero lo convencí. No podía correr riesgos de que algún chismoso, o Daddy o su esposa me descubrieran bajando del coche de aquel hombre. Me despedí con un fugaz beso en su mejilla, y al salir rápido del coche, bajó el vidrio del copiloto llamando mi atención de nuevo.
-Oye, nena.
-Si? - me acerqué tímida, como si ya no le hubiese comido el pene hasta el fondo.
-Toma- me tendió un fajo de billetes- espero verte pronto, comprate algo lindo- guiñó el ojo y sonrío arrebatadoramente y yo solo pude corresponder, arrancó su coche y yo caminé rápido hasta entrar a mi zona.
Revisé el celular cuando estaba limpia y bajo mis sabanas cómodas y di con un mensaje de w******p de mi madre, saludando e informando que el viaje era fructífero, la abuela sanaba y en cualquier momento vendría a ver qué tan bien me trataba la gran ciudad.
Que Dios me libre de la tortura maternal.