Capítulo 2LINKA abrió la puerta principal. Observó, con sorpresa, que Michel había llegado conduciendo un carruaje de viaje muy elegante, tirado por cuatro caballos. Entregó las riendas al caballerango y bajó de un salto. Linka se arrojó a sus brazos. —¡Al fin estás en casa, Michael!— Exclamó—. ¡Pensé que nunca llegarías! Michael la abrazó y la besó en ambas mejillas. —¡Santo cielo, cuánto has crecido!— se sorprendió. —Hace cuatro años que no venías— sonrió Linka. —Y ahora eres toda una dama— repuso él—. Echaré de menos a la niñita a la que solía dar órdenes. Linka se rió. —Supongo que todavía puedo obedecerlas; pero, vamos, Tía Mary anhela verte. —Y yo verla a ella— señaló Michael. Ordenó al caballerango que condujera hacia las caballerizas, indicándole dónde estaban. —Dile a