El Mayor sonrió. —Sí. Y, sin embargo, yo pensé que tal vez podría ayudarme. —¿Ayudarlo?— exclamó Michael. —Me encuentro en la misma situación que usted. Mi casa se vendió mientras yo me encontraba ausente, y, aun cuando dispongo de un poco de dinero, no tengo un hogar. Y como es evidente que me vi obligado a renunciar al Ejército, necesito trabajar en algo para sobrevivir. A Michael le resultaba difícil creerlo. El Mayor había sido un elemento de gran importancia para el Ejército de Ocupación. Por otra parte, parecía un hombre muy bien situado en la vida, por lo que era de esperarse que tendría familia e intereses en que ocupar su tiempo cuando lo licenciaran. Y como si siguiera el hilo de sus pensamientos, el Mayor dijo, —Nunca me casé y la mayoría de mis familiares, incluyendo a