CAPÍTULO DIECISÉIS Gwendolyn iba en el carruaje, atrás de su gente que caminaba hacia el oeste y el sur, a un lado del Cañón, como lo habían hecho todo el día, rumbo al cruce fronterizo. Gwen sintió consuelo al saber que, pese a las protestas de su pueblo, pronto estarían en el Cañón y mucho más cerca de abordar la flota de barcos que los esperaban para llevarlos a las Islas Superiores. Su corazón sentía una mezcla de remordimiento y urgencia, sabiendo que esto era lo correcto, pero odiando hacerlo. Pero más que nada, sentía desasosiego al ver a su gente, las miles y miles de personas que se habían ido de la Corte del Rey a regañadientes, resentidos, todos bajo la mirada vigilante de los soldados que los rodeaban a cada lado y los mantenían caminando. Era como un motín controlado. Su pue