CAPÍTULO CATORCE Rómulo iba al mando, marchando ante su ejército de un millón de soldados, al límite de la colina, hacia la Corte del Rey. Cuando su caballo llegó a la cima, con Luanda atada detrás de él, la vista se abrió ante él, y se le aceleró el corazón con expectación. Pero Rómulo estaba desconcertado por lo que vio. Había esperado ver la ciudad llena de gente, había esperado atrapar a su némesis, Gwendolyn, desprevenida. Había esperado ver a todos sus hombres, los Plateados, el último bastión de la resistencia del Anillo, convenientemente reunidos en un solo lugar para que él pudiera aniquilarlos con sus dragones. Él había estado esperando este momento, reviviéndolo mentalmente, preparándose para deleitarse con este momento de su victoria. Pero Rómulo quedó asombrado por lo que v