Sonrió, mi cuerpo se remueve un poco, hacía mucho no dormía tan bien, tan profundo, para ser sincera no recordaba cuando dormí tantas horas seguidas, no porque no quisiera, quería, me encantaba dormir, sino porque mí trabajo no lo permitía y tampoco mis pesadillas, va era solo una, siempre la misma, siempre constante y perpetua. Cada tanto, cuando todo parecía ser más agobiante y estresante, cuando las largas horas de trabajo amenazaban con romper mí cuerpo y estabilidad emocional, cuando mi jefe, la presión de las personas me saturaban, tenía un sueño, uno que no era más que una vivencia pasada, mí vivencia. Podía sentir todo como si fuera real, aunque ya no tenía veinticinco años, no estaba en la universidad, no salía como antes y mucho menos andaba caminando por las calles de la ciuda