Nuevamente se sentía como una desconocida en su propia ciudad. Era la segunda vez que hacía ese tipo de cosas, era la segunda vez que llegaba a un punto de encuentro y miraba hacia los lados, ansiosa por ver el rostro conocido acercarse. Además, era la primera vez que Elena salía de su casa un domingo. Pero ahí estaba, en la salida de la estación de trenes esperando por la llegada de Alex, donde habían acordado encontrarse. Y minutos después de su espera, llegó el chico mencionado, dejando de nuevo esa buena impresión ante los ojos de Elena porque fuera del uniforme del instituto, Alex parecía un chico bastante atractivo. — Me quedé dormido — sonrió él en forma de disculpa. — ¿Todo bien? ¡Me sorprendí mucho cuando me llamaste! Pensé que nunca harías algo como eso — y sus ojos brilla