— ¿Estás segura de esto? — le preguntó, mientras sentía casi con exageración que su corazón podía salirse de su lugar. Observó su delicado rostro, que estaba apoyado contra la pared, uno que estaba avergonzado por mirarle directamente a los ojos, pero también uno que expresaba la decisión de estar con él. Entonces, tragó grueso un buche de saliva y alzando su mano la fue acercando directamente al pecho de la chica. Para cuando por fin palpaba la superficie de esté, una satisfacción brotó en su interior, no por el hecho de la suavidad que tenía, sino por el logro que había conseguido; que ella le permitiera así ese tipo de cosas, entregarle esa confianza únicamente a él... simplemente era una victoria. — Dime cuando quieres que me detenga — le susurró, pero si era sincero consigo mismo