Capítulo 2
En la discoteca
Tres años después de la fiesta de cumpleaños.
Esta noche, Sabrina estaba con sus dos mejores amigas Carolina y Lisa en una discoteca festejando su cumpleaños número dieciocho. Ya en su casa lo habían celebrado el mismo día del cumpleaños con una comida en familia, pero nada tan divertido como lo estaba pasando aquí.
Por más que trató y puso todo de su parte para que todos en la casa la pasaran bien, como siempre el ver a Mateo y a Estefanía haciendo arrumacos la puso de mal humor y terminó pasándola muy mal en un día que debió ser maravilloso para ella, ya que cumplía su mayoría de edad ese día.
Todos se habían dado cuenta de su mal humor y trataron de alegrarle el día, obviamente no lograron tener el efecto deseado y para mala suerte de todos, ella terminó encerrándose en su habitación poco después de que terminaran de almorzar.
Solo salió cuando su mamá le pidió salir a cortar el pastel, después de soplar las velas y al poco tiempo se volvió a encerrar en su habitación.
Sabía muy bien que su actitud estaba a tres pueblos de mal, pero no lo hacía por gusto, sino porque la hacía sentir mal lo que le pasaba al ver lo felices que eran Mateo y Estefanía a su alrededor. Sabía que no lo hacían a propósito, pero le dolía tanto que prefería apartarse de ellos y de todos los que le recordaran ese dolor en su pecho.
Esta actitud le estaba ocasionando serios problemas con su familia, que sin saber que era lo que le pasaba a ella estaban empezando a cansarse y enojarse con ella por toda falta de respeto que hacía para alejarse de la pareja.
Como ese día no lo había pasado nada bien, sus amigas la convencieron de salir las tres a bailar esta noche y así lo hicieron. Ellas sabían de los sentimientos de Sabrina por su cuñado y sabían que no haría nada por conquistarlo, por lo que querían que se despejara un poco la mente y tal vez conociera a alguien esa noche.
Se juntaron en casa de Carolina y fueron en un taxi las tres hasta el antro. Tratando de pasarla lo mejor posible, Sabrina bebió un poco demás; sin embargo, como no había comido bien antes de salir, el alcohol le dio duro. Las personas se le fueron desenfocando de a poco con cada trago que le dio a su bebida.
A cabo de un rato estaba fuera de sí bailando a más no poder con sus amigas, moviendo su espectacular cuerpo por la pista de baile cuando siente una gran mano en su espalda baja que la tocaba, llamando su atención.
Aunque el calor que sintió al toque fue grande, pensó de inmediato que era un tipo cualquiera que lo más seguro era que quería bailar con ella o decirle lo guapa que era y tratar esa noche de llevársela a la cama. Como no estaba de humor para eso, se dio la vuelta lista para mandarlo a volar si era necesario cuando quedó inmóvil por un segundo al ver a Mateo allí parado mirándola un poco sorprendido.
-¿Sabrina? ¿Qué haces aquí?
Dijo y aunque la música estaba alta, aún pudo escucharlo hablar con claridad. Su primera reacción fue de sorpresa. Estaba igual o más sorprendida que él al verlo allí a su lado; sin embargo, cuando su mente le hizo entender que él en realidad sí estaba allí, habló con alegría.
-¡Mateo! No sabes la alegría que me da verte.
Estaba fuera de sí por el alcohol en su sistema, por lo que sin pensar se lanzó a abrazarlo al terminar de decirle esas palabras. Un poco incómodo por la situación en la que se encontraba cuando se le vino a la mente ese momento que habían compartido hace años en la fiesta de cumpleaños de Sabrina, la separó de él de inmediato y la miró a la cara.
-¡Estás muy ebria!
-Ja ja ja.
Ella todo lo que podía hacer era reírse de su expresión y de sus palabras. Él la miraba extrañado por el estado de ebriedad que Sabrina tenía y es que era la primera vez que la veía así. Jamás la había visto beber en casa de sus padres y ahora la descubría en este estado.
-Ven, que te llevaré a tu casa.
Le dijo un poco preocupado por lo que le pudiera pasar si la dejaba allí. Ella era su cuñada y no iba a dejarla así en ese lugar, no se perdonaría si algo le llegara a pasar.
-No, la estoy pasando muy bien aquí. ¿Por qué no te quedas a bailar conmigo?
Sin importarle que él hace un momento la corrió de su abrazo, ella volvió a sostenerlo, aunque en esta oportunidad ya no lo abrazaba por la cintura como en un inicio, en cambio, elevó sus manos y ahora lo tomó por detrás del cuello, sorprendiéndolo.
-¿Qué haces?
-Nada, solo te sostengo para que no te me vayas de lugar.
La forma en que dijo las palabras hicieron que Mateo se riera un poco despreocupándose rápidamente.
-Estás muy tomada, te llevaré a casa ahora. ¿Sí?
-Bueno, si insistes, no me queda de otra. Pero que conste que yo no quería, tú me secuestraste de aquí.
-Está bien, yo te secuestré de aquí.
Sabrina soltó a Mateo y le dijo a sus amigas que se iba a su casa con él y aunque ellas protestaron no la pudieron detener porque él se la llevó arrastrándola de la mano.
Al verlos salir así, a los dos, se miraron un poco divertidas, pensando en que tal vez esta sería la noche en que Sabrina por su estado de ebriedad le diría a su cuñado lo que sentía por él. Esperaban que si él la mandaba a volar, al menos ella lo pueda olvidar de una vez y sanar de una buena vez, porque lo que le pasaba no era sano.