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1182 Words
Capítulo 1 El comienzo Todo comenzó el día que Sabrina celebraba sus quince años. Ella estaba en plena fiesta bailando con su familia y demás invitados de lo más feliz, disfrutando de la música. En eso le tocó bailar con alguien a quien ella quiere mucho y ese no era otro más que su querido cuñado, Mateo. La relación entre ambos desde un principio fue sumamente intensa, ya que desde el primer momento ambos se trataron como amigos de toda la vida, por lo que no era nada raro que él se le acercara en este momento. Ella era importante para él. Mateo se acercó a ella con paso firme en el momento justo en que terminaba de bailar con uno de sus tíos. Extendiendo la mano, tomó la de ella y la colocó en su hombro para empezar a moverse con el sonido de la música. Su hermoso vestido lila, se movía con ellos a cada paso que daban. —¿Estás feliz con tu fiesta? ¡Ya eres toda una hermosa dama! Le dijo Mateo mientras se reía un poco con ella. —Sinceramente, todo quedo hermoso, mucho mejor de lo que me imaginaba. Gracias por haber ayudado en todo para mi fiesta. —De nada, hermosa señorita. Las palabras de Mateo eran cariñosas, demostrando cuanto la apreciaba. Incluso se había encargado de organizar esta fiesta con la familia de ella, por eso el agradecimiento de Sabrina. Todo había estado perfecto hasta ese momento, ambos bailaban juntos por la pista, pero de forma cariñosa, pero a la vez conservadora, como siempre. Sin estar pegados ni nada parecido, pues eran familia y no iban a bailar de esa forma. Eso era lo apropiado, aunque en realidad ninguno sentía nada por el otro, que no fuera el cariño que se generó entre ellos desde que se conocieron. Tenían muy claros esos sentimientos el uno por el otro; sin embargo, algo iba a cambiar en ese instante. Sabrina levantó un poco la vista y se encontró con la mirada cariñosa de Mateo, quien le sonreía. Como ella llevaba tacones altos, los dos estaban casi a la misma altura, por lo cual sus miradas quedaron estancadas en la del otro durante un momento, el cual pareció eterno para ellos. Jamás le había pasado eso a Sabrina, con nadie y mucho menos con él, quien era su cuñado, por dios. Incluso a Mateo no le había pasado, ni siquiera con su esposa, la hermana de Sabrina, por lo que es aún más la sorpresa que él siente. Los ojos de ambos empiezan a contar una historia para la que ninguno de los dos estaba listo para escuchar, al menos no todavía. Aun así, sin que nadie pudiera evitarlo, una de las personas que estaba detrás de Sabrina la golpeó en la espalda mientras bailaba, lo que provocó que su cuerpo fuera impulsado hacia delante, así que de pronto y en menos de un segundo los labios de Sabrina y los de Mateo se estaban tocando. Obviamente, ambos se corrieron lo más pronto posible, separando los labios. Para que no se formaran malos entendidos terminaron de bailar en ese momento —Lo lamento... Le dijo ella mientras se alejaba con las mejillas rojas a más no poder. —No pasa nada... Mejor te acompaño hasta la mesa. Mateo estaba tratando de sonar como nada hubiera pasado, pero no lo estaba logrando al cien porciento. Sin embargo, la acompañó a la mesa donde se sentaba la familia, para después irse con su esposa a la pista. Como la luz era casi inexistente en la pista de baile, sumado a que la luz allí relampagueaba muy rápido, nadie se dio cuenta de nada de lo que sucedió. Sin embargo, ella estaba con toda la cara roja por lo que pasó y continuó así por bastante tiempo. Incluso sus labios ardían con ganas de más y aunque lo quisiera negar, no lo podía hacer, al menos no consigo misma. Luego de eso, el resto de la noche, Sabrina trató de evitar a Mateo a como diera lugar, primero porque pensó que lo hacía por la vergüenza que había pasado al juntar los labios de ambos. Pero eso cambió después de un tiempo, justo un día en que él y su hermana, Estefanía, fueron a almorzar a casa de los padres de ellas. Después de la comida, Sabrina fue al patio y los vio besándose. Sintió bien feo en el pecho al ver esa escena, por lo que ahí fue que se dio cuenta de que estaba enamorada de él. Lo más loco es que él tenía seis años más que ella y no solo era el novio de su hermana, sino su esposo, al cual conoce desde hace años. Ella creía que ya se había vuelto completamente loca. Él y su hermana se conocieron hace cinco años y empezaron a salir al poco tiempo. La relación de ellos fue muy buena durante todo el tiempo que estuvieron saliendo, por lo que hace dos años decidieron casarse y así lo hicieron hace siete meses. Llevaban siete meses de casados. Ese día ella había estado tan feliz por ellos que sonreía durante toda la ceremonia. Pensar ahora en eso le traía unas terribles ganas de llorar. ¿Cómo era posible que ese fuera antes un muy bonito día, pero ahora solo le daba dolores de cabeza y sentía que su corazón se rompía al verlo interactuar juntos? Por más que pensara y pensara en alguna buena respuesta, solo la hacía sentir mal conmigo misma. Estaba segura de que era una pésima hermana al pensar en Mateo de la manera en como lo hacía, pero no lo podía evitar. Solo de verlo, su mente volaba reflexionando en lo bien que se veía en la ropa que llevaba, en lo guapo que era y en como quería que la viera con otros ojos. Lo más triste es que sabía que solo la veía como una niña, la hermana pequeña de su amada esposa. Desde que ellos se conocieron habían congeniado muy bien, incluso él la trataba como si fuera su hermanita pequeña en algunas oportunidades, pero ahora ese simple acto, cuando él sacudía su cabello al frotarle la cabeza, era algo que le hacía doler. Mateo era muy bueno con ella y a veces eso la lastimaba más que si él la tratara mal. Todas las charlas agradables que tenían antes, ella tuvo que dejarlas, pues, su corazón ya no le permitía el estar a su lado y no imaginárselo de otra manera que no sea su cuñado. Lo quería para ella, a su lado, pero no haría nada para tratar de tenerlo porque su hermana estaba al otro lado y aunque su relación con Estefanía no era muy buena que digamos, sabía que ella sufriría si trataba de robarle a su esposo. Sabrina nunca la lastimaría, no de esa forma. Jamás se atrevería a meterse entre medio de ellos, ni hacer nada para separarlos, y aunque la matara los dejaría ser el matrimonio feliz que eran por el resto de sus vidas.
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