Capítulo 34
Entregándose en el departamento.
Las cosas de a poco se empezaron a caldear entre los dos, ese abrazo se convirtió de pronto en algo candente que no podía ser ignorado por ninguno de ellos. Sus bocas se buscaron y al encontrarse salieron chispas. La intensidad del beso de ambos fue tanta que de pronto, sin tener idea de como pasó, ella estaba sentado sobre el regazo de Mateo, a horcajadas.
Las caderas de Sabrina parecían poseídas de la forma en que se movían. Las manos de Mateo, en sus nalgas, las apretaban con fuerza mientras la ayudaba a bajar un poco la velocidad, pero no la intensidad de los movimientos. Los labios de ambos no se habían separado ni un solo instante, por más que sus cuerpos sí se hayan movido para cambiar de posición.
Se estaban follando en seco como si
