A nadie le comenté los sueños que cada noche me atormentaban. No podía cerrar los ojos sin soñar una y otra vez la misma escena. Era la misma cabalgada, mismo destino y final. Los sueños se filtraban cada noche en mi apacible bienestar, impidiéndome pensé con claridad. Con el paso de los días comencé a creer que eran alucinaciones por falta de sueño, pero con el tiempo entendí que algo oscuro se ocultaba en ellos. Deseaba que no fuera así, sin embargo la muerte tocaba una puerta sin perno y no sabía si lo que creía era realidad. En ocasiones pensé que eran recuerdos pasados, en otras que eran bloqueos que mi mente alzó para evitarme dolor o sufrimiento. Nunca atiné ninguna de mis suposiciones, ni siquiera una vez. Lo triste fue que ninguna de mis hipótesis fue acertada. Lo que menos imag