Movió los brazos en señal de victoria. Se alejó para buscar algunas cosas necesarias en su inmensa maleta de viaje. Insertó una bolsa preparada en la mochila y la colgó en su hombro. Abrió un poco la puerta antes de salir. Observó el corredor principal. Stella fue la primera en abandonar la prisión. Se cercioró que no hubiese nadie en los pasillos. La seguí de cerca y traté en lo posible no provocar ningún ruido al caminar. Éramos como dos adolescentes que se escapaban de casa. La diferencia distinguible recaía en que no éramos dos adolescentes ni cometeríamos algo ilegal. Solo queríamos salir algunas horas de la mansión y provocarle un infarto fulminante a mi madre. No tomamos las escaleras principales, ello levantaría sospechas. Seguimos un antiguo pasadizo que mis ancestros crearon pa