"Di varias vueltas en la cama. Las sábanas se tornaron ásperas, calientes, incómodas. La sensación de la presencia de alguien más me hizo partícipe de la persona que dormía a mi lado. Sentí su calor, junto al sutil sonido de su respiración. No necesité girar para saber quién era. Lo sabía. Él dormía a mi lado cada noche, después que el sello de su anillo estuvo en mi dedo. Algo no me dejaba conciliar el sueño. Tenía un presentimiento que me agobiaba y me impedía dormir. No me dejaba descansar, me robaba las horas de sueño y me molestaba. Esa persona, ser, ente, lo que fuese, me llamaba aunque no pronunciaba mi nombre. Sentía su necesidad y la intensidad de su sentimiento propagarse en esa noche tormentosa. Cada noche, desde que atisbé su sombra entre los árboles, supe que me perseguiría