Capítulo 9: Niñera y No Luna

1244 Words
Dennis y Sebastián se aferraron a Melinda, ambos estaban un poco asustados por todas las personas a su alrededor. Melinda no estaba mejor, las miradas curiosas, todos felicitando a Aspen y los niños revoloteando a su alrededor fue angustiante para ella. ―Finalmente, ha traído a su luna. ―Una de las ancianas le sonrió. ―Haremos una celebración para su bienvenida. ―Se giró y miró a un grupo de chicas. ―¡Hay mucho que hacer! ―Apremió dando un aplauso. ―Para esta noche habrá una gran fiesta. ―Ella es la niñera, no la luna. ―La voz gruesa de Aspen los dejó a todos inmóviles, no le estaba agrandando el giro que estaban tomando las cosas. ―Así que, si van a celebrar algo, que sea la llegada de los nuevos pequeños. ―Decir que se siente realmente rechazada era poco. La loba de Melinda aulló adolorida y la humana se sintió mal. ―Dennis, Sebastián, estos serán sus compañeros desde ahora en adelante. ―Los niños todavía aferrados a Melinda no hicieron más que asentir. ―Sígueme. ―Melinda con la cabeza alta y manteniendo las lágrimas a raya lo siguió hasta una cabaña bastante grande. ―¿Qué es esto? ―Preguntó curiosa al entrar. ―Es aquí donde vivirás con los niños. ―Fue franco. ―Serás la niñera de los doce, velarás por la seguridad de cada uno. ―La miró a los ojos con indiferencia. ―Vivirás y morirás por ellos. ¿Lo has entendido? ―Melinda asintió. ―Bien, me siento más tranquila al saber que viviré lejos de ti. ―Sonrió con amargura. ―Niños. ―Cambiando su gesto de desagrado puso uno de amabilidad. ―Yo soy Melinda Scar, seré su niñera desde ahora y quiero que sepan que pueden contar conmigo para lo que deseen, ¿De acuerdo? ―¿Sabes ser niñera? ―Un niño la cuestionó mirándola con desconfianza. ―Tenía una escuela y llevaba un orfanato en mi antigua tribu. ―Aspen frunció el ceño, a él no le quiso contar absolutamente nada de su vida. ―Soy muy buena con los niños y estoy completamente segura de que lo seré con ustedes. ―Te ves muy frágil. ―Un niño que no pasaba de nueve años se acercó a ella. ―Y pareciera que en tus ojos está la luna. ―La miró con admiración. ―Eres hermosa. ―Melinda se sonrojó, que un niño la halagara de esa manera le removió el corazón. ―Y tú también eres un niño guapo. ―Acarició su mejilla. ―¿Por qué no te casas con ella? ―El mayor de los huérfanos miró a Aspen. ―Es bonita y además es tu luna, ¿No crees que es mejor tener una aquí para cuando vuelvas? ―No seré la esposa de nadie. ―Dijo Melinda deseando decir que no sería la zorra de nadie. ―Él y yo estamos en posiciones distintas y esto es mera convivencia hasta que resolvamos el poder separarnos sin sufrir. ―Tengo quince años y hasta yo sé que jamás podrán separarse uno del otro. ―Estaba irritado. ―Además, sufrirán más tratándose así. Son patéticos. ―Bufando se marchó sin mirar atrás. Melinda miró a Aspen con ojos grandes, el adolescente fue un tonto y eso no le agradó para nada, pero él hizo caso omiso en cuanto al comportamiento de Gregor. ―Niños, ya lo saben, la niñera se hará cargo de ustedes. ―Sin más salió de la casa dejándolos atrás. ―¿Por lo menos sabes cocinar? ―Otro de los niños más grandes la miró como si se tratara de una esclava. ―Muero de hambre, ve a cocinarme algo. ―Mirándola de manera despectiva se marchó. ―Muy bien. ―Melinda lo detuvo sin tocarlo. ―Que haya sido traída aquí por su alfa, o por su Dios, ya que veo que lo admiran mucho, no me hace una esclava. ―Los miró con seriedad, pero los niños no la podían tomar en serio, ella se ve muy amable. ―Todos nos llevaremos bien y… ―Que el alfa no te quiera debería decirte algo. ―Atacó nuevamente el niño. ―Vámonos, hay que salir. ―Llevándoselo a todos con excepción de Dennis y Sebastián que se negaron a separarse de Melinda, desaparecieron sin más. Melinda sintió su corazón resentirse, ¿Por qué todos parecen odiarla en ese lugar? ¿Qué estaba pagando ella? ¿Por qué si ya sufrió suficiente con su pasado tiene que volver a sufrir? A ella jamás la habían tratado mal, tenía un don en el que todas las personas se sentían a salvo con ella, pero ahí es como si fuera solo una esclava. ―Alfa, el consejo pide por usted. ―Aspen gruñó, esos ancianos no dejan de fastidiarle la vida y eso lo enoja muchísimo. ―No tardaré. ―Siguió su camino, debía darse una ducha y cambiarse primero. El consejo conformado por tres acianos, miraron al imponente hombre parado frente a la enorme mesa. Había pasado casi un año desde que dejó la aldea dejándolos desprotegidos. Aspen sabia lo que se le venía, así que solo apretó la mandíbula y controló su malhumor. ―Dejaste a la aldea desprotegida por poco menos de un año. ―Nicanor, el líder del consejo lo miró con desaprobación. ―Un alfa no debería abandonar a su gente. ―Le recordó. ―Ahora vienes aquí con tu destinada y la presentas como una simple niñera. ―La única mujer del grupo, Lory lo miró con decepción. ―Sabes a la perfección que el camino por el que vas no es el correcto y esto puede desencadenar muchas cosas malas. ―Aspen apretó los puños. ―¡Ustedes saben por que no quiero a una luna! ―Levantó la voz a pesar de que eso no se podía. ―Aceptarla significaría cambiar y no puedo hacerlo, no ahora. ―Será tu luna, ella te apoyaría en todo lo que hagas. ―Lion, el otro anciano lo miró a los ojos. ―De eso se trata la unión y… ―Exacto. ―Lo cortó con enfado. ―Ella solo estaría conmigo porque es lo que el destino nos dicta, no porque me ame. ¡Nadie me amaría! ―Volvió a gritar más enojado. ―Soy un monstruo, ¿Quién querría estar conmigo por voluntad? ―Río con amargura. ―Ella y cualquiera que la luna me pusiera como mi destinada, me aceptaría por el simple hecho de estar obligada y por los deseos de no morir, por nada más. ―Dio media vuelta. ―No quiero hablar más del tema. ―Que bebas ese brebaje no te protegerá de nada. ―Aspen se detuvo al escuchar a la mujer. ―Mira lo que pasó, Aspen, algo sucedió y eso llevó a que no pudieras beber el brebaje y el resultado fue que encontraste a tu luna. ―Aspen cerró los ojos con fuerza. ―Ella te amará, bien lo sabes. ―Nicanor le habló con firmeza. ―De eso se trata, de algo más que la conexión, ella te amará genuinamente, solo debes darle la oportunidad. ―No le daré la oportunidad de nada. ―Se volvió a negar. ―Tengo una visión y ella no lo compartirá conmigo. ―Inició a caminar. ―Es demasiado débil y su corazón es muy blando.
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