Pov. Jacob. — El tío Aarón —dijeron a corito. No sé si fue la ilusión en sus palabras, como parecían venerar el nombre del sujeto o lo que representaba él que me hizo plantearme la pregunta del millón. — ¿El tío Aarón? Anna clavó sus ojos en mí, esos que siempre me tenían queriendo más, esperando más. — Exacto, tenemos un tío que nos ayuda en estas situaciones —hablo como si nada, pero supe que había más —, con la única condición que nosotros mantengamos a disposición suya la ubicación siempre en tiempo real —movió su teléfono —, él es el único que sabe dónde nos encontramos. Vaya, ella tenía esa confianza con él, una gran confianza, porque dudaba que Anna dejara pasar tanto a alguien, pero hablaba de él como si fuera lo mejor en la vida. No pude evitar la punzada de celos.