Capítulo 4 Deseos

2037 Words
Pov. Anna Desde que somos chicos deseamos cosas. La mayoría de las personas lo hacen. Son esas mezclas entre querer ser cazador de tormentas, astronautas, domador de leones e incluso cantante, otros somos más sencillos y elegimos cosas como abogado y médicos. Y digo sencillos no porque sea fácil sino porque el ochenta por ciento de los niños eligen esas profesiones, es como lo más recurrente cuando estás en el salón de clases. Cuando yo era chica soñaba con ser trapecista, tenía una loca fantasía de subirme a lo alto de algún lugar y hacer figuras de riesgo para entretener al público. También me imaginaba con navajas en las manos haciendo actos peligrosos que dejaran en claro mi habilidad. Ser hija de mafioso tenía su toque. Sabía manejar los cuchillos, no subirme en una cuerda a metros del suelo. Al menos sabía que no iba a morir cortada, pero si por la caída. Mis padres nos habían hecho practicar con armas desde jóvenes, al menos desde que nos dijeron que eran exasesinos. En mi cabeza nunca lo dejabas de ser, pero podíamos decir que estaban en rehabilitación. April, Reed y Max, Romy estaban al tanto de la situación, ellos tenían en claro quiénes eran nuestros padres por lo que nuestra reacción fue un momento familiar. En su momento para mí no fue lo mejor, los padres de mis amigas evitaban que vinieran porque mis padres parecían mafiosos y era verdad. Mi hermana no lo tomó mejor, pero porque a diferencia de mí, Ludmila fue terrible, hizo una cosa tras otra, entro en las adicciones y ahora estaba controlada hasta para ir al baño. Yo podía estar sin meterme en problemas, disfrutando de mis experiencias y manejando mi temperamento, era más pensante, mi hermana no. Ella vivía todo tan acelerada que por lo general se terminaba metiendo en problemas y eso ocasionaba que mis padres tuvieran grandes jaquecas, pero en realidad, el problema principal con mi hermana no fue que mis sean asesinos. Con Ludmila el problema es que no la dejaban ser temperamental y ella se revelo peor. — Muy gracioso Aarón —apreté los labios —, deteniéndonos en el aeropuerto para que la gente piense que somos unos locos, dementes. Mamá habla molesta, pero todos sabíamos que no estaba enojada con él, más bien está molesta con ella y con mi padre por exponerla de esa forma. Le duraría hasta que papá se fuera, luego lloraría que lo extrañaba y se le pasaría. Yo tendría que usar auriculares para los sonidos y terminaría saliendo con mis hermanos. — Yo soy gracioso —aclara —¸ pero es tu culpa, son ustedes los que están hablando de asesinar personas en un lugar público —levantó un dedo —, creo que estamos un poco confundidos con la realidad. Sus ojos se clavaron en mí, sonreí antes acercarme y abrazarlo. Mi madre bufo, porque claramente Aarón no se dejaba abrazar, pero tenía una especie de preferencia emocional con todas nosotras. Éramos como sus sobrinas consentidas. Eso no lo podíamos decir o se enojarían los demás. Eran todos unos celosos. «No nosotras claramente no» inserte sarcasmo aquí. — No —mamá se frena —, yo estaba diciéndole a Giovanni que todo estaba bien con Ludmila, pero no me cree —miraba a Aarón en silencio —. Tú puedes decirle exactamente lo mismo, sé que vigilas constantemente su ubicación. — Lo que ella está evitando decirte, es que descubrí que me mentía —papá la interrumpe —y lo hacía pésimo —el tono divertido de su voz hace que mi madre arruga la nariz para mirarlo ofendida. — No estoy mintiendo —su voz se elevó —, te digo que no le pasa nada, qué está bien e insistes en que oculto parte de la realidad o estoy cubriendo algo. Aarón desvió los ojos a mamá que ahora tenía el rostro impasible, solo porque estaba él, pero aun así cuando miraba a papá aquello flaquea un poco dejándola expuesta. Aarón abrió la boca, la cerró y miró para repetir de nuevo el proceso de los gestos y mirarnos a los demás. Esteban subió su hombro dejando en claro que no podía decir mucho. Yo miré a otro lado, Max tomó su teléfono. — ¿Es broma, Samantha? — Hablo el chico me dejo balear y lastimar porque mi mujer está en el panorama. Aarón llevó la mano a su pecho mientras jadeaba ofendido antes de negar y mirar a papá que comenzó a reír por la actitud de mi madre. — Disculpa —negó —, no puedes usar algo que para mí fue trágico para agredirme —comenzamos a caminar —, porque en ningún momento yo te recuerdo que alejaste al hombre que amabas de tu vida solamente porque eras una idiota que pensaba que te había mandado a matar, cuando prácticamente se pone en frente de balas por ti. Mamá abrió más la boca. — Perdona —lo apuntó con el dedo —, no puedes usar un accidente en el cual perdí la memoria para atacarme. — Claramente lo estoy haciendo, así como tu usas mi accidente —miró a mi padre. — Dejaste que te balearan. — Perdón, estaba salvando a mi mujer —volvió —, no es mi culpa tener corazón ¿Sabes lo que es eso? —chasquea la lengua —. No, por supuesto que no lo sabes, porque no tienes. — Sí tengo —habló ofendida y Aarón bufo. — Pequeño y arrugado como una pasa de uva. Apreté los labios evitando reírme. Sí lo hacía sabía que la atención se desviaría en mí y me acusaría de cualquier cosa que hiciera. Mi papá por otro lado parecía igual de divertido que siempre. Ellos vivían peleando, mamá siempre encontraba la forma de molestarlo y Aarón trataba de decir siempre algo ingenioso. Todo porque mamá estaba celosa de Dennis y el resto, se había prácticamente apoderado de nosotras y eso la tenía molesta, sobre todo porque les llamábamos y ayudábamos. — Te puedo matar ahora y lo sabes. — Yo sacarte la libertad —le recordó. — No llegaras a terminar los papeles —Aarón miró a papá. — ¿La embarazaste de nuevo? — ¡¿QUÉ?! —gritamos con mis hermanos. — ¿Van a ser así toda la estadía que estemos aquí? —papá no respondió solo cambio la charla —, necesito saberlo. Los observó a los dos y ambos se miraron molestos antes de desviar la vista hacia él. — Sí —un suspiro largo y cargado abandonó sus labios. — Es increíble, convivo con muchos chicos —paso la mano por su rostro —, pero ahora no puedo encargarme de esto —señalo a los dos —, tengo que viajar a New York para ver a Ludmila. Mi mano apretó la espalda de Aarón y este abrió la boca rápido, primero para quejarse algo que dejó a medio camino y luego para ayudar. — La loca tiene razón —apuntó a mamá —, está bien, la he controlado, sus signos vitales están estables y yo hablé con ella —oh, mentía mejor —, me dijo que tenía una presentación de baile con su escuela de danza. — Sí, pero luego de ella no se ha contactado con nosotros. — Entiendo, estás enojado por la vestimenta que llevaba —mamá abrió los ojos —¸yo también le dije que era demasiado piel visible —papá me miró —. De hecho, estaba molesto, pero resulta que la contrataron para un evento tipo estilo Las Vegas. Papá prácticamente parecía echar humo por los ojos mientras Aarón decía algo que claramente no sabía. Lo mire molesta y subió sus hombros. No nos iba a defender gratis. — Vamos ¿En serio? —sus ojos dieron conmigo —¿Era necesario decirle eso? — ¿Qué? —me miró como si estuviera loca —, es verdad, salía media desnuda —hizo una mueca de asco —, ni siquiera es que estoy a favor de eso, entiendo que son presentaciones de baile, las he visto con Luna, Ben siempre parece a punto de golpear a alguno —apreté los labios —, pero no es necesario tener tan poca ropa, aunque tampoco he ido a Las Vegas tanto como para saber si las mujeres salen desnudas —papá comenzó a toser. — Aaron, solo cállate. Las palabras salieron solas y su nariz arrugó. La maldad de sus ojos me hizo arrepentir automáticamente, era obvio, acababa de condenar a mi hermana. — El jet estará listo de nuevo en unos momentos —mamá abrió los ojos —, solo tienen que recargar combustible y puedes usarlo, luego de eso volver, no son tantas horas —llevó la mano a su mentón —, no creo que el piloto tenga problema, aunque tengas que pagarle un poco más por su tiempo —miró el reloj —mucho más. — No creo que sea factible, hemos viajado desde Europa hasta aquí —le recordé —, creo que el hombre merece descansar un momento. — Eso es cierto, son muchas horas, explotación laboral —mamá dio su punto. — Por eso le pagan más —dijo como si fuera obvio. — La contaminación —seguí. — Dejarme arreglando la casa sola —mamá siguió. — Bien, viajo mejor dicho, en la noche —eran unas horas —, los dejo en la casa, me aseguro de que esté todo bien y tú —señaló a Aarón —, te aseguras de que no se comuniquen con Ludmila, quiero que bloquees las llamadas de Anna a su hermana. Estaba a punto de quejarme de eso, pero en teoría yo no debía hablar con nadie. Mi hermana no estaba haciendo nada malo y no tenía nada que advertir. Solamente expondría, aunque ya lo había hecho Aarón, sabía que algo raro pasaba, lo iba a averiguar él por sus propios medios, pero por lo pronto mantendría el silencio a medias por mi madre. Era leal a ambos y ahora los dos lo necesitaban. — Comprendido capitán —llevó la mano a su frente —, en dos segundos tendrá todas las comunicaciones bloqueadas a su nena, excepto las de Samantha, pero porque claramente ella no puede mentirte —señalo su rostro —, eso es obvio hasta para un idiota. Mamá no le dijo nada, solo le sacó el dedo del medio. Papá llevó sus ojos a mí, me estaba analizando, tratando de ver si sus palabra me afectaban en algo. Que claramente pasaba pues teníamos un serio problema, algo me decía que mi hermana había decidido jugar con algún chico y ahora se encontraba lo suficientemente entretenida como para no prestar atención a su teléfono. Pero yo solo lo observé intentando ver que quería. — Vamos, hay almuerzo en familia —aplaudió —, nos quieren dar la bienvenida a casa. — ¿Sabes algo de April? —Max habló y esté lo miró. — Se fue hace una semana, estuvo solo unos días, me ha robado comida. Su nariz arrugó y por la forma en que lo hizo estaba segura de que era alguno de sus rollos de canela. Le molestaba cuando le tocaban la comida. — Oh, ella se atrevió a hacer eso —Esteban se rio. — Pero ustedes no tienen que decirle nada, no puede saber que lo sé, me lo cobraré en el momento oportuno y sé que llegará —nos miró —, ahora familia es hora de ir a molestar al resto. Esto nos daba algunas horas hasta que papá se fuera, solo las suficientes para intentar comunicarnos con Ludmila.Solo necesitábamos tiempo y una línea no rastreable. — ¿Qué dijeron los médicos? —Aarón se acercó a mi lado. — Que tengo que empezar con mi lista de deseos —lo miré —, lo que todavía no sé, es como haré con algunos de ellos. — No digas eso Anna —pasó el brazo por mi hombro —, funcionara. — Sabes que la taza es baja, estamos jugando a probar. — Estarás bien.
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