Sara No podía entender cómo demonios podía bajar esas escaleras sin matarme. Estaba huyendo... simple y llanamente. Escapé de allí como si estuviera en llamas, dejando solo al señor Norton en el rellano, con la mandíbula tensa, la ropa descolocada y con los cabellos alborotados, como si hubiese sido abusado sexualmente. Llegué al último piso dando un saltito, lo que no era tarea fácil llevando estos jodidos zapatos. Empujé la puerta de metal y me apoyé en la pared, jadeando. ¿Qué coño acaba de pasar? ¿Acabo de follarme a mi jefe en las escaleras? ¿Se puso entre mis piernas? Ahogué un grito poniendo mi mano en la boca. ¿Se lo ordené? Oh, Dios.. ¿Qué demonios me pasaba? Aturdida, caminé de la pared hasta el baño más cercano, dando traspiés. La cafetería estaba en la planta de ab