¿Lo deseas?

1130 Words
Capítulo 2 ¿Lo deseas? Cuándo por fin pude apartar mi mano de su torso para colocarla finalmente sobre mi boca y de esta manera no dejar escapar más sonidos extraños, sentí que dejó de acariciar mi entrepierna y en su lugar, me tomó de la muñeca, retirando de manera ágil y gentil la mano con la que intentaba callar esos ruidos vergonzosos e incómodos, mientras acercaba su varonil y sexy rostro a mi oído y me decía con su voz ronca y sensual, “¿Por qué haces eso? ¿sabes algo? En este momento lo que más deseo es escucharte gemir para mi” ‘uff, este hombre es una bestia, hasta su voz es jodidamente sexy, ahora estoy mucho más segura de que debo aprovechar este momento, todas las mujeres obligatoriamente deben caer rendidas a sus pies y al salir de este lugar seguro que nunca más me volvería a mirar’ Después de decirme esas palabras, mordió con suavidad el lóbulo de mi oreja, volvió a atacar mis labios, y retomó lo que estaba haciendo anteriormente, acariciando ese botón que activa la zona más delicada de mi entrepierna, me sentí un poco avergonzada, estaba tan húmeda que por un momento pensé que sería desagradable para el tocarme así, pero parecía no importarle, el continuaba besándome tan apasionadamente los labios mientras me estimulaba tanto que me tenía totalmente echa un charco para él. Por un momento abandonó la estimulación de mi entrepierna y regresó a las caricias en los pechos, que alternaba con besos y fue bajando lentamente por mi cuerpo, mientras dejaba un camino de besos húmedos por donde tocaba su boca, obviamente la parada más larga la hizo para detenerse a jugar con mis pechos, los chupó, besó y mordió, pero no se detuvo mucho allí, continuó con su camino de besos húmedos hasta llegar a mis piernas, besó la cara interna de ambas y se detuvo justo frente a mi parte más privada, sentí como colocó mi panty a un lado y… justo en ese momento, comenzó a besar con su lengua mi botoncito rosado que se encuentra entre mis labios vaginales, que, como si ese fuera un botón de encendido me hizo perder totalmente el control, creo que comencé no solo a gemir, con seguridad ¡estaba gritando! No logré controlar mis emociones en ese momento, el calor se apoderó de mí desde mi parte más íntima regalándome una sensación indescriptible. Aunque antes mirando películas me emocionaba y me autocomplacía casi cada noche, nunca había experimentado una sensación como esta, lo único que puedo decir al respecto es que era totalmente placentera y que definitivamente deseaba mucho más, mis piernas se entumecieron, aunque parezca extraño no quería que se apartara de ese lugar y mucho menos que dejara de mover su ágil lengua que bailaba entre mi interior y mi campanita maravillosa… justo en ese momento me llené de vergüenza, mis piernas comenzaron a temblar y pensé que me haría pipí. Cuando estuve a punto de apartarme para no hacer algo vergonzoso en su boca, ese moreno enorme y musculoso que me hizo estremecer hace unos segundos, ¡me soltó!, Sí, me soltó, saco su rostro de mi entrepierna sin más y en ese momento experimenté por primera vez lo que es tener una extraña sensación de vacío al ver su rostro mojado fuera de mi entrepierna, mirándome juguetona mente y relamiéndose los labios… tuve que morderme la lengua para no hacer ningún comentario, también suspiré dentro de mí, pensé que no aguantaría y terminaría haciendo eso tan indescriptible en su boca, no sé si felicitarlo por detenerse a tiempo u ordenarle que regrese su lengua a dónde la tenía, ¡Ja! Ni siquiera me salen las palabras en este momento, jamás sería capaz de decirle algo así. La mirada penetrante de sus intensos ojos verdes estaba posada fijamente mi rostro mientras se limpiaba las comisuras de la boca con su muñeca y pasaba la lengua por sus labios ‘¿Cómo demonios se puede ver tan sexy cuando solo se está limpiando mis fluidos de su boca?’ se levantó del suelo donde se encontraba de rodillas, tomó mi mano, beso mi palma y la colocó en su extremadamente dura entrepierna, la fue guiando hacia arriba y hacia abajo, haciéndome acariciar su enorme herramienta por encima de su pantalón de vestir y sin dejar de mirarme preguntó, “¿lo deseas?”, al escucharlo preguntar eso, tuve que ocultar un poco mi nerviosismo ante su atenta mirada, realmente al venir hoy no pensaba en esto, pero… ¡ya estamos aquí! Así que, intentando calmarme un poco para que no pueda ver el estado de nervios y excitación en el que me encuentro justo en este instante, asentí con la cabeza, pero el pareció no estar muy convencido porque lo vi fruncir el ceño y suspirar, esta vez me preguntó “¿estás segura?” le respondí casi que con un grito “¡sí estoy segura!” por un instante me vi tentada a preguntarle '¿Acaso no es obvio?’ pero me contuve para no dañar el momento… Con sólo escuchar mi respuesta retrocedió un paso y comenzó a desabotonar lentamente su camisa, pude observar cómo se elevaban las comisuras de sus labios en la mitad de su rostro, dejando una malvada sonrisa ladeada para mí mientras me permitía mirar sin reservas ese cuerpo moreno y perfecto… Vaya, este hombre definitivamente no tiene absolutamente nada que envidiarle a los modelos de la mejor categoría, no pude evitar devorármelo descaradamente con la mirada, se acercó a mí ya estando sin camisa, el paquete de ocho chocolates que tenía por abdomen me tenía babeando por arriba y por abajo, el, como un hombre experimentado en este tipo de “asuntos” se aprovechó de mi momento de concentración en su cuerpo para colocar un brazo debajo de mis rodillas y el otro en mi espalda, cargándome como si fuera un bebé, me bajó de aquel escritorio desde donde se podía ver claramente el ambiente nocturno de la ciudad para acomodarme en un sillón que se encontraba en una esquina de esa misma oficina. Al dejarme sentada en ese diván me dio un dulce y casto beso en los labios y me advirtió con su voz ronca, baja y sexy “¡no te muevas!” caminó de regreso al perchero donde había colocado su chaqueta cuando entramos aquí y sacó algo de ella, aunque casi puedo adivinar de que se trata no me atrevo a pensar en eso para no ser vencida por los nervios, se acercó de nuevo a mí y comenzó a besarme y a tocarme de forma apasionada nuevamente, sustituyendo los traicioneros nervios con una divina sensación de excitación y humedad.
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