Fred fue al trabajo y después de saludar a varios compañeros, se encontró con el señor Boyan en su puesto de trabajo. Mantenía en sus manos varios documentos y un cheque engrapado a las hojas.
—Señor Mileva, lamento informarle que usted está despedido. Acá le entrego un cheque con lo correspondiente, y varias cartas de recomendación.
Fred recibió los documentos impactado.
—Señor… ¿Por qué?
—Lo siento, Fred, la orden proviene de algo ajeno a mí, pero te deseo buena suerte.
Fred soltó un resoplido sin comprender una palabra, fue imposible no alterarse, sin embargo, no profirió en lo absoluto. Tomó sus cosas para luego despedirse de sus compañeros de trabajo. Meditabundo y muy apesadumbrado condujo usando otra vía más larga de regreso.
Aunque quiso ser fuerte, no pudo imaginarse lo que
