Capítulo 5.2: Una nueva etapa

1541 Words
El sábado, el sábado conocería a esa tal Ana, ahora acostada sobre mi cama y mirando el techo me preguntaba si esa había sido una buena idea, sobre todo por el hecho de haber salido recientemente de una relación que me había dejado tan marcada; de pronto un pánico se apoderó de mí al verme en vuelta otra vez en una situación de esas... tomé el teléfono celular y le marqué inmediatamente a Iván. - Bue... no - aaaauuuuaaammmmhhh se oyó al otro lado de la línea. - ¿Iván? - traté de parecer serena. - ¿Karla?... ¿qué haces llamándome a estas horas de la noche? - me preguntó con voz adormilada. - Pues solo quería decirte que NO quiero conocer a la tal Ana. - ¡Quéééé? - pareció despertarse de repente - ¡qué dices?, ahhh, no, no y no, ahora la conoces porque la conoces malvada, además te caerá muy bien créeme. - No, escúchame bien no quiero... - Ni una palabra más Karla... y ni me llames te la voy a presentar quieras o no... ¡carajo! ¡Ya quítate ese miedo! - ¡Pues no estaré el sábado! - ¡Pues eso ya lo veremos! Ambos colgamos sin siquiera decir adiós. Me dejé caer sobre la almohada y me llevé la mano a la frente. ¿Y ahora que iba a suceder? ¿Estaría preparada para una nueva relación?... ¡Dios! deseba tener las respuestas pero ni ellas ni el sueño llegaban a mi. ---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Julián permanecía de rodillas delante de Román, mientras el hombre de verdes ojos seguía insultándolo. - Es que en verdad Julián eres un pinche maricón... ¿cómo se te ocurrió vestirte de esa forma?, ¿en serio pensaste que así me gustarías más? Es que con esas cosas que haces parece que tienes mierda en lugar de cerebro - Mientras Román proseguía con su monólogo, Julián permanecía de rodillas ante él con los puños sobre el suelo, miraba el bien pulido piso de madera que se hallaba mojado a causa de las lagrimas que el joven derramaba, pero permanecía callado, ni siquiera se atrevía a levantarla mirada y enfrentar esos ojos que le miraban ahora con recriminación - Ya Dime pinche mariconcito ¿para quién te vestiste así? ¿Qué? ¿Conociste a otro güey? ¿y por eso te vestiste así? ¿Para gustarle?... pero como estoy yo allá en la escuela para que no me diera cuenta de las marranadas que haces dices que te vestiste así para mi ¿no?... eres un Pinche Puto de Mierda... te gusta andar de aquí para allá solo viendo a ver a quien te cojes ¿no? cabrón. - Eso no es cierto - dijo por fin Julián con un hilo de voz - yo no ando tras de nadie - las últimas palabras de Román taladraban su mente de una manera cruel y despiadada - yo solo estoy contigo. - Eso dices - dijo con aire de suficiencia - como si no te conociera cabrón; que crees que no me doy cuenta como miras al chavo de las fotocopias güey... te digo esto en serio cabrón mejor cambia esa pinche forma de ser porque sino un día te van a romper la madre por andar de pinche degenerado güey, te lo digo por tu bien. - Pero si ni siquiera le hablo al chico de las copias - protestó Julián meneando la cabeza en negativo - y no lo miro como tu dices. - Mira pendejo no te hagas... que lo puto se te sale... ¡imbécil! no te das cuenta de cómo estas todo pinche n***o, eres feo cabrón, en serio que das hasta lástima, mírate bien en un espejo para que te des cuenta de tu realidad, pero ¡claro!, la gente fea es la más degenerada ¿verdad Julián? - preguntó con sorna. - Trabajé de modelo - dijo Julián apretando las mandíbulas. - Ja, ja, ja, ja, ja - se soltó Román a reír a carcajadas - ¡pobre pendejo!... ¿Qué, trabajar como modelo te quita lo feo y lo n***o güey?... de veras me das risa. - Ya por favor... lo lamento... no volveré a vestirme así, perdóname... por favor. - Me lo juras. - Sí - dijo sin fuerzas Julián. - Por quién me lo juras. - Por Dios te lo juro. - ¿Me lo juras por la vida de tu madre? - S...í, si - Julián se había dejado vencer otra vez, su orgullo y su autoestima estaba por los suelos. - Ya cabrón levántate, ya me lo juraste - como si fuera una orden Julián se levantó con un poco de dificultad - ¿Qué hiciste de cenar? - preguntó Román sonriente, ese gesto de molestia había desaparecido de su rostro y ahora se mostraba como si fuera una persona diferente - Ya Julián ven ya no llores, ya me juraste que no lo volverás a hacer - Román lo abrazó y lo reconfortó, Julián ante ese gesto terminó por desplomarse emocionalmente, se soltó a llorar de forma convulsa - Ya chiquito, ya, ya, no pasa nada... Ssshhhhssss... perdóname es que me haces enojar pero te lo digo por tu bien, ya, ya amor, ya - Julián ante sus palabras se sintió reconfortado, se sentía eximido de sus culpas... pero ¿qué culpa?... ¿la hubo en realidad?... Julián se tranquilizó mientras Román le acariciaba su negra cabellera - Ya chiquito, ya, anda tengo hambre - ante la última palabra de Román, Julián se soltó poco a poco de los brazos del rubio hombre. - Sí, te voy a preparar algo de cenar - dijo Julián limpiándose los ojos y sorbiendo un poco la nariz - Román saco de su pantalón unos pañuelos desechables y tomando uno limpió los ojos de Julián, le dió otro y Julián se limpio la nariz. - No prepares nada, ¿quieres una pizza? Yo te la invito - ándale pídela ya sabes de cual me gusta a mí, tu pide la que quieras. - Sí... - dijo Julián con voz cansina. Para Julián ya todo había pasado, sabía que aquello había sido culpa suya y estaba dispuesto a que no volviera a suceder, obedecería a Román en todo para que la relación funcionara, cuando Román quería solía ser muy dulce, pero cuando se molestaba, su boca era de temerse. --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- El timbre de la puerta se dejó escuchar un par de veces, me hubiera gustado seguir durmiendo pero al ver de reojo el despertador me di cuenta que no iba a ser posible ya eran las 10:30 am y aun tenía tareas pendientes por calificar... me levanté de un solo salto, me arreglé el cabello con las manos y salí de mi cuarto en dirección de la puerta, me preguntaba quién sería a esas horas, tal vez era Iván, pero no estaba muy convencida de ello por la pequeña platica telefónica que tuvimos ayer. Una vez más el timbre se escuchó. - Enseguida voy - dije mientras trataba de ahogar un bostezo; al abrir la puerta me llevé una gran sorpresa. - Buenos días profesora - me saludó afablemente una señora de aproximadamente 40 años de edad incluso tal vez menos poco detrás de ella estaba Laura mirando con mucho interés el piso. - Buenos días... - hice una pequeña pausa para que la señora se presentara. - Mi nombre es Estela soy la mamá de Laura y me preguntaba si usted podría darle clases particulares de Química. - ¿Química? - pregunté un tanto sorprendida - ¿tienes problemas con química, Laura? - miré a mi joven alumna quien seguía con la mirada clavada al suelo. - Sí... un... un poco. - Ya veo - dije - pero por favor pasen y disculpen mi vestimenta pero es que aún dormía. - Lo lamento - dijo la madre de mi alumna no fue nuestra intención despertarla. - Descuide señora al contrario me ha hecho un enorme favor, eso me enseñará a no desvelarme, por favor tomen asiento. Karla entró a la cocina mientras que yo miraba todo alrededor, era un cuarto de aproximadamente siete metros de largo por cuatro de ancho, el piso de loseta imitación madera se veía muy bien cuidado, había una sala pequeña para cinco personas, en color gris claro la cual constaba de dos love-site y un sillón individual, al centro de esta se hallaba una mesita para café de madera tallada debía ser caoba por el color rojizo, estaba perfectamente pulida y barnizada; sobre las paredes pintadas de blanco mate se apreciaban cinco cuadros colocados estratégicamente para que hacia donde uno mirara se apreciaran en su totalidad, mostraban diversos paisajes, montañas, bosques, lagos, el mar, y la llanura. El comedor se encontraba al otro lado del cuarto constaba de una mesa de base metálica cromada y la parte superior de cristal color humo, cuatro sillas acojinadas en color blanco y pegado a la pared contigua una vitrina mostrando orgullosamente una vajilla de cristal perfectamente ordenada en color transparente, sobre la mesa colgaba una lámpara en forma de flor; dos grandes ventanales se hallaban a los lados de la puerta logrando con ello una mejor iluminación de la casa.
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