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Egan abrió ojos enormes ante las palabras de Grecia. —¡¿Qué demonios has dicho?! —exclamó confuso. —¡Estoy desnuda en una cama! ¿Cómo es que estoy desnuda? Egan rodó los ojos. —Traerán ropa para los dos. Llamaron a la puerta, y Egan fue a abrir, Grecia se cubrió con recelo, pero vio que el hombre le acercó un camisón. —Vístete. Ella el miró con estupor. —¿Y mi ropa? —Está en la lavandería, estábamos hechos una sopa cuando llegamos, y te golpeaste la cabeza, por eso es por lo que hice esto, además has tenido fiebre. Grecia no se sentía muy bien, tocó su cabeza que dolía, además, se sentía con fiebre. —¡¿Y por eso debiste desnudarme?! Además, esto ha sido tu culpa. Egan resopló con fastidio. —Sí, como quieras, soy el culpable, está bien lo acepto, lamento haberte dejado en la c