—Hijo, ¿de qué hablas? ¿De verdad crees que tu madre es una asesina?
«¿Qué demonios pasa conmigo, me siento tan confuso, hoy ha sido un día maldito, mi pobre madre está recibiendo mi rabia, pero entonces, ¿Por qué dijo eso?», pensó Egan
—¿Por qué hablaste de la herencia de Grecia?
—Bueno… quise decir, que, incluso si te divorcias, aún te puede tocar algo de dinero, además, no olvides que en dos días te reunirás con Román Palmeri, él te dará el dinero para que comencemos a salir de la crisis, hijo.
—Tal vez, pero aún así, no le quitaré ni un euro a Grecia, porque ella tendrá el dinero invertido en las acciones.
La mujer sonrió, besó la frente a su hijo.
—Debo irme, cariño, estoy agotada.
La mujer salió y subió al auto, mientras el chofer se alejó.
De salida vio por la ventanilla ent
