Mi nombre es Paulina, por años he tratado de salir adelante y lograr todos mis objetivos, soy una chica enfocada en el futuro. Tengo un novio que creo que me ama, nos conocimos porque precisamente me recogió en el instituto donde adelanto algunos estudios sobre administración de empresas. Ese día me sentía totalmente decaída, estaba muy cansada, puesto que en las mañanas trabajaba en una cafetería y en las noches estudiaba. Como salí tan tarde perdí el bus que me dejaba cerca de mi casa, caminar no era una opción, y mucho menos en el barrio en que vivo. La ciudad de Cali en Colombia tiene muy buenos sectores, pero los barrios de bajo estrato social pueden llegar a ser muy peligrosos. Aquella noche Julio fue muy simpático conmigo, aunque no pasamos mucho tiempo juntos hubo una evidente conexión, además de una similitud de edad, él tenía 26 y yo 25 años. Aun recuerdo la forma en que me hacía reír, como si supiera que mi vida era muy complicada, yo solo le seguía la corriente e intentaba no creer en sus piropos.
—Si no existiera la luna tú serías lo más bonito del mundo —dijo Julio mientras me miraba por el espejo frontal del vehículo.
Yo no podía evitar sonreír, mientras hacía alusión a que todo lo que me decía no eran más que mentiras, en el mundo había mujeres mucho mejores que yo y con más posibilidades también. Antes de bajarme del carro me regaló una tarjeta con su número para que lo llamara cuando necesitara un servicio, sin pensarlo dos veces la tomé mientras disimulaba que también estaba coqueteando.
Mi madre pudo notar que estaba muy alegre, y sabía, por la cara tenía, que un hombre había influido en mí. Yo no solía contarle muchas cosas porque ella era una mujer de otra época, en la que el matrimonia y la virtud del cuerpo eran algo muy importante. Sin embargo, ¿hasta qué punto son ciertas las percepciones del amor que tienen las personas de épocas anteriores? A veces la sociedad no es consciente de que el tiempo cambia y los individuos también. Es común escuchar en las calles que la gente se refugia en la célebre frase “todo tiempo pasado fue mejor”. No obstante, aquí es importante preguntarse qué se entiende por mejor. Aquellas personas argumentan que anteriormente las parejas duraban más y no había tantos engaños, pero lo cierto es que las mujeres de ese tiempo estaban sometidas a lo que la sociedad les imponía. Muchas de ellas ni siquiera elegían casarse, eran obligadas por sus familias con el fin de cumplir con un requisito que era síntoma de estabilidad. Aguantaban golpes y maltratos, mientras sus esposos trabajaban y se emborrachaban, todo esto por respeto a sus principios. Yo no solía tener muchas parejas, pero en el tiempo de mi adolescencia y cuando cumplí la mayoría de edad quise intentar muchas cosas nuevas. Cuando hacía cosas “indebidas” mi madre se expresaba con total desagrado:
—Tienes que aprender a comportarte, cuando llegues a ser muy adulta, como lo soy yo ahora, te darás cuenta de que lo más importante es encontrar una persona real, con la que te sientas bien y puedas compartir tu vida. De ejemplo me tienes a mí, a veces siento que no soy la indicada para decirte esto porque ni siquiera pude elegir un buen padre para tí, pero al menos espero sembrarte la semilla de la duda para que aprendas a ser más consciente de tu vida.
Sin embargo, cuando uno es adolescente cree que la vida se le va a acabar si no aprovecha las oportunidades que se le presentan. Y bajo ese ideal uno empieza a disfrutarla sin parar, yo no digo que eso esté mal, de hecho, lo disfruté mucho. Salir de fiesta con amigos, tomar bebidas alcohólicas y terminar en la cama de un desconocido se volvió mi pasatiempo favorito en alguna época. Extrañamente eso me hacía sentir poderosa, como si yo tuviera el control sobre los otros por el simple hecho de ser bonita. Muchos hombres admiraban mi rostro, decían que tenía una cara tierna, pero que en el fondo la maldad era evidente. Mi cuerpo no es muy voluptuoso, pero atrae la atención de los demás, mi pequeña cintura y mis gruesos muslos son la combinación perfecta. Mi cabello es largo y sedoso, naturalmente es castaño, pero hace un tiempo quise intentar ser rubia. Parece que el plan me salió a la perfección, desde entonces siento mi autoestima más alta.
Las cosas con Julio se dieron de la mejor manera, seguí contactándolo cuando necesitaba algún servicio público hasta que una vez me invitó a salir. Fuimos a comer a un bonito restaurante, se notaba que se estaba esforzando por hacerme feliz. Por eso días tenía en mente los consejos de mi madre, aunque lo más probable es que no los siguiera al pie de la letra. Quise darme la oportunidad con un hombre bueno, al menos eso era lo que él aparentaba, siempre era muy noble, caballeroso y atento, esas virtudes hoy en día son difíciles de encontrar. Un día me propuso que fuéramos novios, a pesar de que él no me creía iba a ser el primero en tener ese título, los demás con los que estuve antes solo estaban para pasar el rato. Confieso que tenía muchas expectativas, empezando porque creía que el amor jamás se iba a acabar, todo lo que me decía era tan inspirador que en un momento llegué a creer que las relaciones permanecían durante el tiempo de la misma manera.
—Prometo que no te haré daño —decía Julio mientras tomaba mis manos y me miraba a los ojos— mi única intención es que sientas que el verdadero amor sí existe y que esta relación puede ser fructífera para el crecimiento de los dos. Tengo la plena seguridad de que si ambos hacemos lo que está a nuestro alcance podremos durar muchísimo tiempo o tal vez toda la vida.
—Ese también es mi deseo amor mío, solo espero que todo lo que me dices sea real —respondí con una sonrisa en el rostro.
En el fondo deseaba que fuera así, ahora que mi situación sentimental estaba resuelta necesitaba mejorar la economía para poder sentirme más completa. Julio era amigo de un trabajador de una prestigiosa empresa, le entregó mi hoja de vida por si de casualidad había un puesto disponible. Este hombre se la hizo llegar al jefe, quien estaba haciendo por esos días selección de personal para el puesto de secretaria. Como yo estaba haciendo mis estudios en algo similar pensé que tenía oportunidad, y no me equivoqué. A los pocos días me llamaron para la entrevista, me puse muy nerviosa, ni siquiera sabía cómo debía ir vestida, en mi trabajo en la cafetería todo era más sencillo. Por suerte tenía una amiga que me ayudaba con esos temas, su nombre era María, como ya había trabajado en lugares así me prestó el atuendo perfecto. Leí en internet algunos consejos para verme segura de mí misma y causar una buena impresión, tenía la mente muy positiva, presentía que ese empleo iba a ser mío. Mi madre se veía muy orgullosa de mí, por primera vez me iba a presentar en un trabajo que me daría una buena experiencia laboral y un sueldo aceptable para nuestro nivel de vida.
Llegué a ese lugar muy puntual, todo estaba impecable, las personas que trabajaban allá se veían muy atareadas, era evidente que allí el trabajo era pesado. La empresa se dedicaba a fabricar y comercializar accesorios exóticos, en ese momento me preguntaba cómo las personas podían usar eso, pues yo jamás lo intentaría si quiera. Lo primero que vi al llegar a la sala de espera fue una larga fila de mujeres, todas aspirando al mismo puesto. Algunas de ellas, por no decir la mayoría, eran muy atractivas, en ese momento mis esperanzas disminuyeron, pero seguía teniendo algo de confianza por mi inteligenicia. Después de unos minutos llegó un sujeto muy atractivo, era un poco mayor, pero se conservaba muy bien, según mi perspectiva aparentaba alrededor de 40 años. Nos miró a todas a la cara por turnos, luego nos dijo que nos iba a llamar según el orden en el que en el escritorio se encontraban las hojas de vida. Yo fui una de las últimas, en mi mente no dejaba de repetirme “Paulina que mala suerte tienes”. ¿Cómo era posible que de alrededor de 20 mujeres yo quedara de antepenúltima? Cuando llegó mi turno ya mi labial estaba desgastado, me sentía cansada de estar sentada y mi genio estaba empeorando.
—Entra y cierra la puerta —dijo el jefe sin mirarme a la cara— según tu hoja de vida estás haciendo estudios de administración, eso es muy positivo, podrías ser muy útil en esta empresa. Sin embargo, necesito saber para qué más eres buena, ya que otras de las entrevistadas también están muy bien preparadas.
—Soy buena en atención al cliente, me considero honesta y transparente. No se si sepas que un buen trabajador no se define sólo por su nivel de educación, hay otras cosas que también son importantes.
Solo en ese momento volteó a mirarme por primera vez, se quedó observándome fijamente, como si algo de mi rostro le hubiera impactado. Yo me sentí un poco incómoda, no sabía qué decir en ese momento, también había quedado impactada con su rostro, a mi parecer era muy sensual. Quise romper ese momento incómodo, así que le pregunté qué opinaba de que yo fuera su nueva secretaria, con eso disimuladamente le estaba queriendo decir que era la más indicada para el puesto. Aquel hombre se levantó de su silla, y caminó hacía mí de manera sigilosa, se hizo a mis espaldas, yo solo miraba hacia el frente, no me sentí capaz de girar para ver cuáles eran sus intenciones. Me quede impaciente esperando qué me iba a decir, pero lo único que hizo fue acercarse suavemente, como para que no me percatara, hasta mi cabello. Empezó a olerlo, realmente creía que no me estaba dando cuenta, pero por medio de una pantalla pude ver su reflejo. Me sentí muy incómoda, aunque en el fondo reconozco que fue algo intenso, y más aún, teniendo en cuenta lo atractivo y masculino que se veía. Después de eso se retiró rápidamente, se volvió a sentar en su silla y me dijo:
—A partir de este momento eres mi nueva secretaria, puedes retirarte, te espero mañana a las 7:00 am, antes de salir debes pedir el uniforme, creo que debes ser talla “S”, tengo buen ojo para eso.
—Muchas gracias señor, aunque todavía sigo sin entender por qué me ha preferido por encima de las otras candidatas, aunque obviamente no me estoy quejando, me siento realmente feliz con esta nueva oportunidad —respondí con tranquilidad.
No me dijo nada, pero con sus gestos pude entender que la decisión no había sido muy profesional, algo le gustó de mí y no sabía que era. Me despedí y salí de la oficina, pude notar que no dejaba de mirar mi cuerpo, asunto que me seducía por completo. Fui por el uniforme, tal y como me lo indicó, después fui a agradecerle al amigo de Julio por haber traído mi hoja de vida y me retiré. Para mi sorpresa afuera estaba mi amado esperándome, salí corriendo a sus brazos, estaba muy feliz y no podía ocultar la dicha. Mi jefe salió también en ese momento, saludó a Julio con un poco de ironía. Este era tan noble que ni siquiera se percató de eso, le respondió con simpatía mientras le dio las gracias por elegirme.
—No te apresures en agradecerme, el gusto y el placer será todo mío, aunque no soy brujo ni nada por el estilo estoy casi seguro de que tu novia y yo cambiaremos el giro de nuestras vidas. Gracias a ti por traerla hacia mí —respondió el jefe Mateo con sarcasmo y una sonrisa fingida.
Nosotros nos quedamos en silencio, ni siquiera yo sabía a qué se refería específicamente, el destino apenas me estaba preparando un camino inesperado.